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    Astérix: El secreto de la poción mágica
    Críticas
    2,5
    Regular
    Astérix: El secreto de la poción mágica

    Personajes irreductibles

    por Quim Casas

    En líneas generales, las películas de animación sobre Astérix, Obélix, el druida Panorámix y demás criaturas imaginadas por Albert Uderzo y René Goscinny hace casi sesenta años acostumbran a ser tan irreductibles como lo son los propios habitantes del pueblecito galo frente al imperialista Julius César, sus atolondradas legiones o los piratas que siempre acostumbran a ver como sus embarcaciones de hunden en el agua. El tiempo pasa (seis décadas desde que Astérix apareció en la revista Pilote para, a partir de 1961 y con el álbum "Astérix el galo", tener ya su serie propia), pero ellos siguen ahí y con menos problemas ideológico-coyunturales que los padecidos durante un tiempo por el otro gran cómic popular europeo, el franco-belga Tintín.

      Astérix: El secreto de la poción mágica es la décima película de animación sobre los personajes. De las dos primeras realizadas en imagen real, Astérix y Obélix contra César y Astérix y Obélix: Misión Cleopatra, hereda la voz de Christian Clavier, el actor que dio vida al más pequeño de los dos incombustibles galos. Es sabido que mientras Obélix no necesita ni una sola gota de la famosa poción mágica de Panorámix para propinar soberanos puñetazos a legionarios o jabalíes, Astérix y los demás miembros del pueblo si necesitan el brebaje para ser superiores a sus enemigos. Así que la poción mágica es esencial en el ciclo de aventuras de los personajes, su anillo Nibelungo particular, su Santo Grial, un elemento de apariciones secundarias pero sin el cual no estaríamos hoy hablando aún de la mítica de los irreductibles galos en papel impreso.

      Panorámix quiere jubilarse y pasar el secreto de fabricación de la poción mágica a un nuevo druida apto para desarrollar ese privilegio sin dobles intenciones. La película narra la búsqueda entre aventurera y cómica del depositario de la sabiduría ancestral del viejo druida, con un estilo de animación absolutamente sencillo, grafismo funcional siempre respetuoso con el trazo original de Uderzo y un personaje siniestro (en la medida en que puede ser siniestro cualquier villano de esta serie) que intenta por todos los medios adquirir ese conocimiento y utilizar la pócima, cual dictador megalómano, para gobernar primero la Galia, después Roma y sin duda el mundo entero. 86 minutos (el argumento no da para más, pero que bien que no intenten estirarlo) de animación digital con espíritu analógico destinada básicamente a quienes ya están convencidos, a los adeptos irreductibles de Astérix y compañía.

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