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    Gutiérrez Aragón pone fin a su carrera como director

    El cineasta ha anunciado su intención de retirarse de la dirección cinematrográfica a sus 66 años, aunque reconoce que todavía le quedan muchas cosas que contar. Autor de un cine complejo que invita a la reflexión, nos deja filmes como 'Visionarios' (2001) y la reciente 'Todos estamos invitados' (2008).

    "Más o menos pienso que esto se acabó". Con estas palabras Manuel Gutiérrez Aragon hacía pública su intención de no volver a rodar más películas durante una rueda de prensa celebrada ayer en la Universidad Inernacional Manéndez Pelayo de Santander. El director, que ha participado en el ciclo "Cine español entre dos siglos" organizado por esta institución, quiso dejar la puerta abierta al añadir que esta decisión "no es un juramento ante la biblia" y que es posible que se arrepienta.

    Tras 35 años de oficio y 26 películas en su haber, Gutiérrez Aragón se va pero lo hace por la puerta grande con la dignidad que caracteriza a los mejores ya que según confiesa "es mucho mejor poner uno el punto final que no que te lo pongan". Aún así, es consciente de que todavía le quedan "muchas cosas que contar" pero prefiere hacerlo en privado, a los suyos, antes que verse obligado a hacer películas que no le gustan o enfrentarse a rodajes relámpago requeridos por una industria cada vez más exigente.

    Cineasta complejo y polémico

    Premio Nacional de Cinematografía en 2005, ha trabajado con los mejores actores del cine español, desde Jose Luis Lopez Vazquez y Kiti Manver protagonistas de su primer largometraje 'Habla mudita' (1973), hasta Eduardo Noriega o Emma Suarez, que encabezan el reparto de 'Visionnaires' (2001), considerada por el propio cineasta como una de sus mejores películas.

    Autor de un cine que remueve la conciencia del espectador y por ello no siempre bien acogido por el gran público, Gutiérrez Aragón nos deja en su último trabajo 'Todos estamos invitados' (2008), una muestra de su buen hacer. La cinta, protagonizada por Oscar Jaenada y José Coronado, analiza el conflicto del País Vasco a partir de la historia entrelazada de un terrorista y un amenazado por ETA. Duramente criticado por optar por un enfoque que iguala a víctimas y verdugos, el cineasta ha confesado sin embargo, que volvería a hacer la misma película "si pudiera".

    María Munín González (Fuente: El País)

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