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    Mathieu Amalric brilla como director y actor.

    'Tournée' ha resultado la mejor película vista en lo (poco) que llevamos de festival. Mientras que la polémica 'Draquila', condenada por el gobierno italiano, nos aburre pese a compartir su política de denuncia.

    Cannes no engaña. Trece días de películas en cascada, directores por doquier, sesiones a todas horas, el casillero inundado de pressbooks, carreras por la Croissette para llegar a tal o cual pase, rumores de qué "esa es la peli que tienes que ver", infinitas ruedas de prensa, horas y horas en la sala wi-fi, charlas apasionadas discutiendo la maestría (o todo lo contrario) cuando aún llueven títulos de crédito en la pantalla, bocadillos a quince euros que en Granada te los pondrían con la segunda caña, autobuses cargados de modelos veinteañeras (tirando alto) directas a la fiesta en la playa del director X o del productor Y. No llevamos ni dos días y ya estamos agotados...

    Tim Burton y Kate Beckinsale (miembros del jurado)

    En un mundo normal quizás deberíamos estar celebrando la victoria del Atleti (por ejemplo) o, quién sabe, llorando la derrota del Fulham (menos probable). Pero en esta irrealidad asumida que es todo festival cinematográfico, y más en el caso de Cannes, los cronistas sólo vivimos de películas y películas es lo que somos. Así que mejor que sean buenas que malas (y ya puestos: mejor cortas que largas). De ahí la alegría de habernos enfrentado a la nueva película como director del inmenso intérprete francés (el mejor de su generación) Mathieu Amalric, alguien capaz de llenar la pantalla tan solo con esa mirada al abismo que otorgan unos ojos negros insondables (el gran público lo conocerá por su villano de '007 Quantum of Solace', pese a que ha participado en algunas de las películas más importantes del nuevo siglo, ya vengan firmadas por Nicolas Klotz, Arnaud Desplechin, Alain Resnais u Olivier Assayas).

    Presentaba 'Tournée', un viaje a ninguna parte con mirada robada de John Cassavetes que retrata las representaciones de unas fellinianas mujeres cincuentonas a través de un espectáculo post-burlesque donde el erotismo va ligado al kitsch, la cuchufleta y el joie de vivre. Amalric se guarda para sí un rol no muy alejado del cassavetiano protagonista de 'Corrientes de amor' (o incluso el de 'The Killing of a chinese Bookie'): productor del espectáculo cutre-circense, padre enajenado, fumador y bebedor compulsivo... un perdedor nato. La película, tan nerviosa como esquizoide, se entrega a la belleza del grupo retratado: esas bailarinas desfasadas que, pese a mantenerse alejadas de su belleza primigenia, siguen estimulando sonrisas impúdicas a un público vencido. Posiblemente el film posea ganchos al aire -algún chiste sobrante o mal encajado- pero en líneas generales confirma a Amalric como una de las piezas claves del cine contemporáneo. ¡Se me olvidaba! Tiene unos créditos de arranque... sublimes.

    Berlusconi: objeto (merecido) de escarnio

    Tiempo para la polémica. Esta mañana se ha presentado la película vetada por el presidente italiano Silvio Berlusconi -su ministro de cultura ha hablado de "boicotear Cannes"-, 'Draquila - L'Italia che Trema' de la directora Sabina Guzzanti (¿alguien se acuerda de la anecdótica '¡Viva Zapatero!'?). Claro fenómeno post-Michael Moore, la realizadora se dedica a hostigar durante hora y media al inefable político multimillonario centrando su ataque en sus políticas de construcción urbanística a partir del tristemente famoso terremoto que dejó sin nada a centenares de familias -¿se acuerdan de cuando Berlusconi se refirió a ellas como "que se imaginen que están de vacaciones"?-; lo que no impide que la directora le tire a la cabeza todos aquellos escándalos colaterales que han ido salpicando al ex presidente del Milan AC: escándalos sexuales, declaraciones vergonzantes, extrañas relaciones con el Vaticano y la mafia, etcétera. El problema es el de siempre en estos casos: la película deja claro que Berlusconi no sólo es idiota sino que debería estar en la cárcel de por vida, pero el problema aparece cuando las tácticas usadas son más dignas de un poco fiable programa de telebasura que de una obra cinematográfica de envergadura.

    Y en clave de telegrama: También vimos 'Rizhao Chongqing' del chino Wang Xiaoshuai (stop) parece un Atom Egoyan en malo (stop) un padre ausente durante quince años regresa a Rizhao tras enterarse de la muerte de su hijo (stop) la austeridad inicial se convierte en sopor y melodrama lacrimógeno barato (stop) con más subrayados que una comedia teen yanqui protagonizada por Lindsay Lohan.

    Música de fondo: The Mekons

    Alejandro G.Calvo

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