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    'Oro negro': entrevistamos a Jean-Jacques Annaud

    El director atendió a los medios en Madrid, para contarnos su experiencia en la producción de esta épica aventura con Antonio Banderas y Mark Strong.

    El viernes 20 de enero llega a nuestras pantallas 'Oro negro', la nueva película del cineasta francés Jean-Jacques Annaud, que cuenta con un impresionante reparto internacional y una cuidada producción. El realizador habló del rodaje en el desierto y nos contó algunas divertidas anécdotas sobre este épico filme en el que un joven príncipe se debate entre su deber como hijo y el amor de su vida.

    ¿’Oro negro’ es un acto de reivindicación al cine como se hacía antes?

    Me encanta dirigir a actores, acudir a un desierto real y tener setecientos camellos auténticos. Aunque estoy muy familiarizado con la postproducción, tener una pantalla azul y delante de ella a un actor, para decirle: "haz como que hay viento... ahora, imagina que tienes frío". Luego verlo montado, meses después por alguna empresa de China me deja con la sensación de que he dirigido a alguien sentado en una silla, no es real. Aún así acabo de rodar un anuncio de Channel, y ahí sí que tengo que acudir a este tipo de trabajos. En esta película también hay, pero el ojo no se detiene en ello porque es prácticamente imperceptible.

    Tenías a algunos actores en mente, pero otros tardaron en ser seleccionados. ¿Cómo los escogiste?

    Como en todas mis películas, los actores vienen de muchos países. Hice castings en Los Ángeles, Nueva York, Berlín, Túnez… porque quería retratar la realidad de la península arábiga. Es impresionante cómo allí podemos encontrar personas de ojos azules, otras de piel más oscura… Necesitaba un elenco muy grande y muy importante. Para el papel principal había unos cien candidatos, pero tras una prueba final a tres actores se escogió a Tahar Rahim como el príncipe Auda.

    ¿Cómo fue trabajar con Antonio Banderas?

    Fue el primero al que vimos y contratamos. El productor de la película, Tarak Ben Ammar, recibió un guión escrito por Antonio Banderas, que narra la historia de un rey en España, en el que además de actuar es el director. Tarak me envió a Barcelona a conocerlo, y se presentó como el príncipe de mi película, me dijo: "mírame, yo parezco árabe". Además, el papel que desempeña le va como anillo al dedo, un sultán muy seductor y encantador.

    La revolución de Túnez estalló mientras se rodaba la película en diversas localizaciones de dicho país, ¿cómo afectó este hecho a la producción?

    Fue algo extraordinario todo lo que pasó allí. De alguna forma, hizo más relevante aún esta película. Llevaba muchos visionando este filme y viajando por países árabes, mientras me preguntaba: "¿por qué nadie rueda aquí, ni se cuentan este tipo de historias?". Cuando iniciamos el trabajo, sentíamos que poco a poco empezaban las revueltas y la gente comenzaba a echarse a la calle. Parte de nuestro equipo y un gran número de extras eran tunecinos, pero no sentimos ningún temor. Cuando todo estalló, la gente no se lanzó contra los extranjeros, ni contra los que tenían otra religión, sólo había mucha gente que querían cambiar las cosas. Antonio me llegó a decir: "yo era muy pequeño cuando murió Franco, esto es muy emocionante, nunca he vivido algo así". Freida Pinto también se mostró entusiasmada. Al final decidimos que no nos marcharíamos, pero unos técnicos franceses decidieron abandonar la filmación, ya que tras hablar con sus esposas, éstas les metieron el miedo en el cuerpo. Todo lo acontecido puede cambiar y torcerse, pero no era para nada como algunos lo pintaron.

    ¿Qué es lo que más te llamó la atención de la novela en la que se basa el filme?

    Básicamente tres aspectos. El primero es el papel del príncipe Auda, que está intentando encontrar su camino: por un lado el lugar del que viene (su padre es un hombre muy conservador), y por otro el ambiente en el que se ha criado (Nessib es una persona mucho más abierta y con gran ambición por la riqueza). En segundo lugar, la historia se inspira en un hecho real, la vida del fundador de Arabia - el autor tuvo que investigar bastante sobre el tema, es un estudio muy trabajado sobre los beduinos. Y en tercer lugar que se trata de una metáfora: distrae mucho y te ayuda a evadirte, aunque sea una historia inspirada en sucesos reales. La novela narra una historia muy universal, perfecta para llevarla al cine. Es un tema muy recurrente en mi filmografía, ya en 'El nombre de la rosa' o 'Siete años en el Tíbet' se enfrentaban el conservadurismo contra el cambio.

    Tus películas siempre consiguen entretener, pero a la vez contar historias muy profundas. Aquí logras que el discurso político quede muy por debajo, lo que importan son los personajes y la acción. ¿Cómo lo consigues?

    Es como cuando haces una tarta, hay que ponerlo todo en su justa cantidad. Es un balance muy complicado. Cuando te enfrentas a un guión has de pensar que tienes que entretener, pero no sólo hacer eso, y tampoco has de quedarte en un discurso político. Si das demasiado mensaje, la gente puede cansarse, pero si no es así, puedes pensar que has perdido una oportunidad. Con esta película estoy muy contento, ya que en los países árabes en los que se ha visto ha gustado. Además el nuevo gobierno tunecino ha recibido bien el mensaje de 'Oro negro'.

    La película tiene un presupuesto muy ajustado, ¿esto te supuso algún problema?, ¿has tenido que dejar algo fuera?

    Es uno de mis deberes como director: dar valor por cada dólar. Si tardo cinco días en rodar una escena porque no la tengo planificada, no estoy haciendo mi trabajo. Me siento muy orgulloso de realizar algo que ha costado una cantidad razonable, un homenaje a todo el trabajo del equipo. Todo el mundo hizo bien su trabajo. Ridley Scott vio la película y no se podía creer el presupuesto con el que habíamos contado. Podría haber rodado en Marruecos y nos hubiese costado el doble, o bien podríamos filmar en el sur de Francia, por lo que pagaríamos diez veces más, pero no fue así. Cuando vas a rodar has de tener una preproducción impecable y mucho entusiasmo. Primero pienso en qué quiero conseguir y no estoy dispuesto a renunciar a ello: si por dinero hay que rodarla en parte con una pantalla azul, lo haré, pero me enervan los proyectos enormes en los que se tira mucho dinero, o bien por desidia, o bien porque no hacía falta poner excesivas notas en la pantalla. Yo fijo en mi cabeza lo que quiero hacer y después trato de plasmarlo como deseo.

    Has convertido en éxitos de taquilla libros muy populares. ¿Cómo ha sido tu relación con los escritores de los mismos?

    Muy contrastada. Humberto Eco ('El nombre de la rosa'), sin ir más lejos, fue una maravilla antes, durante y después del rodaje. Es más, le acompañaré dentro de poco en el Palacio del Eliseo, donde recibirá una nueva medalla por su trabajo. Ahora bien, con Marguerite Duras, tuve una relación laboral muy tormentosa. Al principio yo me negué a adaptar 'El amante', pero tras otra renuncia por parte de Michael Cimino, y la seguridad de que la autora no se entrometería en el proyecto (debido a su enfermedad), me lancé a hacerlo. Cuál fue mi sorpresa cuando me llamó y comenzaron unos meses de pesadilla: miró mi guión y trató de cambiarlo. El productor tuvo que pagarle para que no se entrometiese en la producción. No volvimos a hablar hasta que un día la encontré en un restaurante, tras el éxito de la cinta, y me dijo: "¿has visto que gran trabajo, hemos hecho juntos?".

    Tomás Andrés

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