Mi cuenta
    'The master': Entrevista a Paul Thomas Anderson

    El director de 'Magnolia', además de declararse un enamorado de Salamanca, nos ayudó a desentrañar el engranaje de su nueva película. Por si lo dudáis: una obra maestra. De nuevo.

    Paul Thomas Anderson tiene un andar desgarbado, algo nervioso, que corona con una  barba desmañada y una actitud retraída a la hora de contestar las preguntas. El cineasta californiano, autor de algunas de las películas más importantes del cine contemporáneo -por citar tres: Magnolia (1999), Punch-Drunk Love (2002) y Pozos de ambición (2007)-, parece retrotraerse en sí mismo a la hora de enfrentarse a las preguntas de los periodistas -sólo hace falta recordar la rueda de prensa que dio en el Festival de Venecia en la presentación de The Master-, baja la cabeza, se abraza a sí mismo, atraviesa una y otra vez con los pulgares los agujeros que su jersey tiene en las mangas. Resulta bastante increíble que un cineasta capaz de desbordar emociones a través de unas imágenes cada vez más incontestables resulte tan esquivo a la hora de dar a explicar su obra. Él lo justifica de forma clara: Es muy raro tener que analizar tan al detalle tu propia carrera, tu propia vida. Dejé de hacerlo hace tiempo, me daba agudos dolores de cabeza.

    Exagere o no su aparentemente exhuberante timidez, lo cierto es que a Anderson se le ve feliz. La crítica ha aplaudido su nueva película y sus actores -Joaquin Phoenix, Phillip Seymour Hoffman, Amy Adams- suenan cada vez más para las candidaturas de los Oscar, aunque él le quite importancia a los premios: Es como una carrera de caballos tremendamente importante. Algo muy raro con lo que los cineastas tenemos que vivir. Pero está bien que sea así, supongo. Es como una campaña política para un puesto menor rango, como un alcalde o algo parecido. Es una locura, claro, pero es parte del juego. Por desgracia ocurre lo obvio: muchas películas necesitan estar en las candidaturas para poder resistir en los cines o, incluso, para poder darse a conocer. Pero no me voy a quejar por ello. Antes de empezar el cuestionario, Anderson se disculpó por no haber podido viajar a Madrid: He estado en España dos veces. Me gusta mucho Madrid pero la ciudad que me dejó alucinado fue Salamanca. ¡Qué luz tiene esa ciudad! Estuve hace años en verano y recuerdo claramente la belleza del color de sus edificios, el cómo la luz se bañaba en ellos iluminando todas las calles. Era como andar dentro de un globo de helio de tonos ocres. ¡Era algo cojonudo!

    The Master explica la turbia relación existente entre dos personas, Freddie (Joaquim Phoenix) y Lancaster (Phillip Seymour Hoffman), discípulo y maestro, ambos alienados, uno un psicótico violento obsesionado con el sexo, el otro líder de una secta que cree en la transfiguración de las almas y los viajes en el tiempo como herramienta para curar los males del presente. Se ha discutido mucho sobre la relación entre ambos, ¿padre-hijo? ¿señor-esclavo? ¿hay algo sexual en ello?. Es ese tipo de relación que se establece entre dos personas a los que con una simple mirada les sirve para entenderse a la perfección. Que sienten que estaban predestinados a encontrarse, como si se conocieran de toda la vida. Es uno de esos amores tan intensos y caóticos que es improbable que acabe funcionando. Más que amor lo que ellos sienten el uno por el otro es hambre y ansiedad. Creo que la secuencia que mejor los define es el momento en el que Freddie regresa a casa y se abraza con Lancaster y ambos acaban revolcándose por el suelo. No es una relación homoerótica, eso habría dinamitado la historia, es más bien ese tipo de complicidad que se establece entre dos niños que están jugando. Esa línea de complicidad en que tanto se pueden insultar como querer, así son los niños, pueden estar puteándose durante un buen rato y luego siguen jugando tan panchos.

    Una de las principales bazas de la película es, precisamente, la precisión con que los actores construyen a sus personajes. En el caso de Phoenix hay que reconocer que la apuesta era arriesgada, aunque el cineasta quite hierro sobre su comportamiento imprevisible. Yo creo que él es muy listo y te hace pensar que sí que eres capaz de controlarlo pero en el fondo… ¡hace lo que quiere! (risas) Es broma, Joaquin es tremendamente manejable además de una persona muy inteligente. Él aportó la parte física de su papel, un hombre que tiene el cuerpo magullado por años de alcoholismo y peleas tenía que andar encorvado, ser enjuto, actuar raro. Era como si le hubieran roto el cuerpo y al tratar de recomponerlo las piezas se hubieran colocado de forma errónea. Quedaba perfecto al lado de Phil (Seymour Hoffman), que es más bien gordo y su presencia es estática, serena, incólume. Joaquin es muy instintivo, de ahí que parezca un mono que se ha colado en un set de rodaje donde, casualmente, se está rodando una película. Sin embargo lo que podría parecer que es fruto de la espontaneidad o de la improvisación, es todo lo contrario; él es una persona mucho más serena de lo que parece, además de una persona maravillosa con la que trabajar. Todo ello es debido a que es un actor excepcional, uno de los mejores de nuestro tiempo.

    La crítica americana ha aplaudido de forma casi unánime a The Master, comparándola con el cine de Stanley Kubrick y Orson Welles, aunque Anderson se distancie de las comparaciones, en especial en lo que se refiere a la obsesión con la perfección que perseguía al director de Barry Lyndon (1975): Trato de huir cada vez más de la perfección. Busco que las cosas salgan rotas, raras, imperfectas. Por ejemplo, trato de rodar siempre con luz natural, que el sol haga mi trabajo. No querría resultar pretencioso: no tengo ni idea de lo que significa la perfección. Pero si entiendo que si quieres controlar todos los detalles que conforman una película lo normal es que te salga algo estático y odiaría que eso me pasara a mí. Odio entrar en un set prefabricado donde hay que decidir dónde va cada foco y cada micro. Prefiero rodar en la calle y que el sol sea el que marque la pauta. No tengo tanta imaginación como para resultar tan perfeccionista. Y ya metidos a hablar en cuestiones estilísticas, aprovechamos para preguntarle por la manera que tiene de relacionarse con las imágenes, aún más poderosa que con las palabras. Una de las cosas que más me gusta como director es cuando llego al set de rodaje y puedo empezar a eliminar frases, lo cual siempre ayuda a que la secuencia mejore. Me gusta cuando la gente se queda callada en el plano, aunque eso no siempre funciona, claro. En la secuencia que comentaba antes, cuando Freddie regresa a casa, en el guion sólo ponía “Freddie comes back home”. Así que estuve dándole vueltas sobre qué diálogos poner pero ninguno de ellos acababa funcionando, por lo que el día del rodaje me acerqué a los actores y les dije “chicos, no habléis, cuando Joaquin se te acerque os empezáis a pelear”. ¡Y funcionó!

    Una de las curiosidades de The Master es el formato en que fue rodada (70 mm). Lo cierto es que me gusta coger las cosas y darles una utilización diferente a la que se espera de ellas. Sólo porque no tengas un ejército de soldados romanos en plena batalla no significa que no puedas rodar en dicho formato. Como si estuviera prohibido hacer planos cortos en gran angular. Al final siempre se trata de lo mismo: una cámara que filma impregnando luz en una película. Así que da lo mismo lo que ruedes con tal de que el resultado sea óptimo. Y creo que hicimos lo correcto, fíjate en la textura de la película, parece que estuviera filmada en los años 50.

    No quisimos despedirnos del director sin lanzarle una última pregunta: ¿quién dirías que es "The Master" hoy en día? ¡Oprah Winfrey! [se muere de risa] ¿No estás de acuerdo conmigo?  Lo digo totalmente en serio. Ella es esa figura maternal que dice a todo el mundo lo que debe y lo que no debe hacer [sigue tronchándose mientras habla].

    The Master

    Alejandro G.Calvo

    FBwhatsapp facebook Tweet
    Comentarios
    Back to Top