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    Festival de San Sebastián Día 8: El certamen echa el cierre con un gran thriller, ‘Prisioneros’

    Hugh Jackman, protagonista de ‘Prisioneros’, recibió ayer el Premio Donostia. También vimos ‘El extraordinario viaje de T.S. Spivet’ y ‘Gente en sitios’ de Juan Cavestany.

    Segunda película presentada por Denis Villeneuve en el festival –la otra, Enemy, es una de las grandes favoritas para alzarse con la Concha de Oro, ¡veremos qué pasa!- Prisioneros (Prisoners) es un cuento moral oscuro en el que la venganza funciona como el tapiz sobre el que se mueven los personajes. La película arranca con el secuestro de dos niñas y avanza en una doble dirección: por un lado tenemos las pesquisas del detective al que da vida Jake Gyllenhaal para encontrar al raptor, por otro está la psicosis del padre interpretado por Hugh Jackman, un hombre herido dispuesto a llegar a todo –incluida la violencia más extrema- para averiguar el paradero de su hija. Con una puesta en escena de lo más exquisita –qué ojo tiene Villeneuve- la película funciona tanto como un terrorífico thriller de investigación –con Zodiac como referente- así como un poderoso drama qué plantea abiertamente donde acaba la ética y empieza la barbarie humana –ahí hay algo del Mystic River-. Los referentes citados, claro, son de envergadura, y no creo que Prisioneros llegue a alcanzar el nivel de los films de Fincher y Eastwood, pero sí que es un efectivo y potente retrato de la violencia que anida en el interior del ser humano –aunque también sirva como metáfora de esa Norteamérica aferrada a la venganza tras el 11-S- cuyo visionado, para qué negarlo, es de un disfrute estético inagotable. Al final si para algo ha servido este festival es para alzar a Villeneuve como uno de los realizadores más en forma del momento además, claro, de perfecto expositor del mejor cine español: Caníbal, La herida, Violet, Las brujas de Zugarramurdi… y Gente en sitios.

    Prisioneros

    Sería injusto tildar de sorpresa el completo shock vivido durante la proyección de Gente en sitios, última película de ese genio oculto del cine español llamado Juan Cavestany. Al fin y al cabo las críticas que llegaron de Toronto eran de lo más esperanzadoras y, bueno, atendiendo a su filmografía anterior –Dispongo de barcos, El señor (también es el responsable del libreto de “Urtain”, la obra de teatro de Animalario-, estaba claro que había que seguir muy de cerca la evolución de este talentoso creador. Pero es que lo de Gente en sitios se sale de toda norma. Adaptación cinematográfica de su propio foto-blog (no sé si es la expresión correcta), la película es una serie de sketches hilados bajo el patrón de la puesta en escena del patetismo humano y la incapacidad de las personas para realizar los actos más sencillos –uno de los leit motiv de la historia es un hombre que se dedica a enseñar a gente a realizar actos tan básicos como andar, beber agua o dormir-. Una película hilarante de principio a fin, que puede recordar tanto a la serie Louie como a los gags humorísticos más salvajes de Muchachada nui. Con un reparto coral nutrido de caras famosas del cine español –Antonio de la Torre, Maribel Verdú, Tristán Ulloa, Santiago Segura, Raúl Arévalo, Alberto San Juan y un largo etcétera-, la película de Cavestany resquebraja las necesidades de una sociedad española perdida en el sinsentido cotidiano de la existencia. Una película salvaje, explosiva, única en su especie. Todo el mundo debería verla, por más que la imagen que nos devuelva es de lo más preocupante.

    El festival cerró la sección oficial con El extraordinario viaje de T.S. Spivet, la nueva película de Jean Pierre-Jeunet basada en el libro de Reif Larsen. Siguiendo el mismo patrón cromático que en Amelie, el cineasta tiende al barroquismo espectacular para contar una historia de gran belleza (no exenta de cierto optimismo naïf), donde un niño superdotado tratar de superar la muerte accidental de su hermano. Una película de exultante belleza plagada de gestos destinados a conmover al espectador que, en su emotivo imaginario, logra cotas de alto nivel cinemático. No puedo engañar a nadie si digo que la película ha logrado conmoverme, tanto por su amor al corpus familiar, como por sus imágenes danzantes y etéreas. Vaya, que es una película altamente disfrutable y a la que no le pienso poner pegas por su buenrollismo estructural. Y más después de un festival donde lo que han abundado son los dramas sórdidos con y sin fisuras. Chapó.

    Alejandro G.Calvo

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