Primeros compases del mes de octubre y como cada año por estas fechas vuelve uno de los certámenes cinematográficos más longevos y populares de España: el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña. En la que ya es su 46º edición, Sitges apuesta en su temática por la reivindicación de la figura de Satanás en la sociedad contemporánea, como un elemento permanente. En este contexto por el festival desfilarán producciones de temática diabólica como The Devil's Rook, Hellbenders o Sapi (Possesion). De hecho el cartel de este año está inspirado otra gran cinta del género: La semilla del diablo.
Los platos fuertes del certámen serán, sin duda, las esperadísimas producciones: The Green Inferno (el particular homenaje de Eli Roth a la caníbal exploitation de los años setenta), Machete Kills (la secuela de la gamberrada perpetrada por Robert Rodriguez), Byzantium (el regreso al cine vampírico del director Neil Jordan) o Insidious capítulo 2 (la que probablemente sea la última película de género del realizador James Wan). La nota española la pondrán cintas como Mindscape, Retornados o Grand Piano.
Y es precisamente con la producción nacional Grand Piano, el tercer trabajo como director del valenciano Eugenio Mira, con la que se inaugura este Festival de Sitges 2013. El realizador, apoyado por la producción de su amigo Rodrigo Cortés, ha contado para su nuevo largometraje con un reparto internacional encabezado por un actor ya clásico del certamen: Elijah Wood (que en 2012 recibió de manos de Àngel Sala el premio Máquina del Tiempo, por su aportación al género), secundado por John Cusack y Kerry Bishe.
Mira es un meticuloso realizador cuyas producciones emanan la pasión por el séptimo arte que el propio director transmite, y pese a que sus planos evocan al Hitchcock de Con la muerte en los talones o al De Palma de Snake Eyes su última producción parece estar más cerca de thrillers tan convencionales como Última llamada o Speed. Y es que el gran problema de Grand Piano es el guión: ya que el autor del libreto, Damien Chazelle (responsable también del argumento de El último exorcismo 2) está muy lejos del de sus coetáneos Ernest Lehman y David Koepp. Si la premisa de la película (la situación que vive un pianista cuando es amenazado por un misterioso hombre armado durante su esperado retorno a los escenarios) ya es increíble de antemano, posee otros rasgos de total inverosimilitud y/o más o menos risibles: como por ejemplo la visión de un músico de estilo clásico como si de una estrella de rock se tratase. Aun así la película funciona como producto de entretenimiento sin pretensiones, pero tan pronto se ve como se olvida... Otra vez será. Desde la redacción estamos convencidos del talento del cineasta valenciano, que ya conquistó Sitges en una ocasión con aquella locura llamada The Birthday, quizá con un material de más calidad entre sus manos.
Grand Piano
Tomás Andrés
