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    David Lynch: "El cine no desaparecerá. Solo está viviendo cambios"

    El cineasta de culto realizó ayer dos masterclass en Madrid: la primera en la Universidad Carlos III, la segunda, en la Escuela Tai, en el marco del Rizoma. SensaCine acudió in situ a cubrir el evento.

    David Lynch vivió ayer un día intenso en Madrid, arropado por seguidores, prensa y estudiantes, expectantes de conocer los misterios de su no menos enigmático cine. Lynch realizó ayer dos masterclass en Madrid: la primera en la Universidad Carlos III, la segunda, en la Escuela Tai, en el marco del Festival Rizoma. En ambas, mucha curiosidad por saber la opinión del artista en torno a cuestiones tan diversas como la meditación trascendental (que venía a promocionar), la creatividad y, claro, el cine.

    “[Desde Inland Empire] han pasado cosas buenas y malas. El cine de arte y ensayo lo encontramos ahora en la oferta por cable. Pero el problema es la propia televisión, la película llega a una pantalla pequeña a la que la gente no suele prestarle mucha atención. Y me encanta el cine digital. Pero veo tanta diferencia ente el celuloide y el digital. La emoción del celuloide te da algo que el digital todavía no ha conseguido darme. Echo de menos esa calidad. Pero el cine no desaparecerá. Solo está viviendo cambios”, ha explicado Lynch siendo preguntado en la Escuela Tai por el crítico Carlos Reviriego sobre los cambios que ha visto el cine desde 2006, año que el cineasta estrenó su último largometraje.

    Inland Empire es uno de sus trabajos más inquietantes, si cabe, y también uno de los filmes conocidos por su atmósfera opresiva y su apariencia caótica, de película desmembrada. Un asistente a la conferencia en la Escuela Tai le ha cuestionado sobre si el hecho de que sus trabajos sean tan inesperados se debe a si improvisa en el set, y Lynch ha contestado justo lo contrario: “Odio improvisar. Sigo el guión porque todas las ideas están en el guión, que es una manera de organizarlas. Y por la manera en la que esta escrita, la idea puede regresar a cómo surgió en su momento original. Mientras trabajas puedes tener “bonitos accidentes”, pero básicamente las ideas están en orden y básicamente, sigues el guión.”

    Horas antes, en la masterclass ofrecida en la Universidad Carlos III, una estudiante le preguntaba al artista cómo logra transmitir sus personalísimas ideas a sus actores: “Creo que el actor necesita que el rodaje sea un espacio seguro. Todos hemos oído historias sobre directores gritando a sus actores para lograr la interpretación deseada. Pero yo no creo en ese método. Creo en los ensayos. Y cuanto mejor sea el sentimiento que sea crea, más fácil es conseguir la interpretación. Es importante dar ese paso para ellos, ir por ese camino agradable.”

    Desmontando a Lynch

    Así pues, David Lynch ha ido desmontando los mitos que su cine ha estado creando alrededor de su figura. Otro mito que ha caído en su visita es su vinculación con el arte surrealista. Al menos por su parte. Y es que el de Montana ha asegurado que apenas conoce el movimiento que lideró el francés André Breton en la década de los 30 del siglo pasado. “No me siento muy cercano al surrealismo. Por alguna razón, la gente me conecta con este movimiento, pero el mundo está lleno de cosas extrañas, y yo solamente me inspiro del mundo.” Hasta tres veces ha declarado desconocer el cine del genial Luis Buñuel (“sólo sé que en su cine salen muchas hormigas”, ha contestado en la tercera intervención), con lo que ya no debe haber dudas al respecto. Sí ha visto el genial cuadro de El Bosco El jardín de las delicias, actualmente exhibido en el Museo del Prado madrileño, durante esta visita invitado por el Festival Rizoma.

    Lynch, no obstante, sí conoce el trabajo de los hermanos Coen (“Siempre son sólidos”), Werner Herzog o Martin Scorsese. “Me gusta la gente moderna”, ha bromeado. “No veo mucho cine que se hace hoy en día”, se ha justificado, “el día sólo tiene 24 horas y tengo que trabajar.” Y aunque Lynch se jactaba el día anterior, medio en broma medio en serio, de que no sabe nada de cine, en su encuentro con los estudiantes sí se ha mostrado como un cinéfilo: “Adoro a Federico Fellini. Hace unos 20 años estaba en Roma con Isabella Rossellini, estaba actuando en la película Dark Eyes. Estábamos comiendo con Marcello Mastroianni y debía ser la estación de las setas, porque tomamos setas en el primer plato, en el segundo, el postre… En estas estábamos cuando Marcello descubrió que me encanta Fellini. Y Marcello me llevó a conocerlo. Y pasamos todo el día juntos. Fue estupendo. Otra vez que estaba en Roma, años después, rodando un anuncio de pasta, Fellini estaba en el hospital. Me llevaron a verlo, junto a la sobrina de Fellini. Solo Tonino [Guerra] y yo pudimos entrar en su habitación. Estuvimos hablando sobre una hora. Fue maravilloso. Al cabo de dos días, Fellini entró en coma. Así pues, me sentí muy afortunado por ser una de las últimas personas que lo visitó.”

    El director de la serie Twin Peaks, que se declara “un soñador de día”, ha ofrecido finalmente un consejo para los jóvenes cineastas: “Sé honesto. Encuentra tu propia voz. Sé honesto con las ideas. Nunca abandones una buena idea, pero tampoco sigas una mala. Nunca hagas una película en la que no tengas el control total. Nunca hagas la película que no quieras hacer. Lo mas importante es que estés contento con lo que has hecho. Esta es la felicidad última. Incluso si no sacas un duro. Porque si haces algo que no amas y lo haces por dinero, ese dinero no te hará feliz.”

    Inland Empire

    Paula Arantzazu Ruiz

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