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    Festival de San Sebastián 2014: Gran dosis de noir contemporáneo con 'La entrega (The Drop)'

    También analizamos dos de las mejores Perlas: 'Pasolini' de Abel Ferrara y 'The Tribe' de Miroslav Slaboshpitsky.

    Hoy ha destacado en la Sección Oficial el pase de La entrega (The Drop), thriller basado en el relato corto Animal Rescue del maestro de la novela negra Dennis Lehane, guionista de The Wire y Boardwalk Empire y autor de títulos tan imprescindibles como Mystic RiverShutter Island y la saga protagonizada por los detectives Kenzie y Gennaro. En él, Tom Hardy se mete en la piel de Bob Saginowski, el camarero de un bar propiedad de la mafia chechena empleado como lugar de entrega para los negocios de sus temibles jefes. Oscuros intereses se pondrán en juego cuando, tras encontrarse a un cachorro de pit bull, el protagonista se tope con una misteriosa mujer.

    Heredero del thriller de los años 70 y de la llamada generación de la violencia, La entrega recuerda por momentos a Mátalos suavemente y, además, cuenta con una elegante puesta en escena gracias al trabajo del belga Michael R. Roskam, director de Bullhead (2011). Hardy deslumbra como el 'Idiot Savant' Saginowski, aunque es inevitable pensar que, de no ser por él, la producción sería puramente convencional. Eso sí, quizá sea excesivamente comedida; tanto, que interpretaciones como las de Noomi Rapace -más- y Matthias Schoenaerts -menos- resultan casi accesorias.

    Aparte de Hardy, del que volvemos a decir que está magnífico, La entrega también nos regala una interpretación póstuma de James Gandolfini, el eterno Tony Soprano de HBO que aquí encarna a un abusón de medio pelo -si bien él lo desconoce- enamorado de la idea romántica del poder. Sólo tres apuntes más: la sugerente economía de medios en cuanto a las localizaciones, el exquisito y crudo uso de la violencia -por exceso, que no por defecto- y un desenlace que, al menos a nuestro juicio, desdibuja el tono compacto y hasta despiadado del filme. 

    Santiago Gimeno

    Tras entregarnos una de las películas más desquiciadas y valientes del año –Welcome To New York, retratando el execrable caso “Strauss-Kahn”-, Abel Ferrara renueva, sin necesitarlo, su condición de cineasta punk con la maravillosa Pasolini, su particular poema de Rubik y/o hagiografía alegórica del maestro italiano. A la pregunta de cómo abordar un retrato de tan inabarcable y poliédrico creador –escritor, político, director, autor teatral, crítico, teórico- Ferrara responde con un bellísimo puzle compositivo donde caben tanto la representación de entrevistas al autor, la recreación de partes de su vida como si de historias inventadas se tratara y, la más hermosa de todas, una fuga onírica donde el ya anciano Ninetto Davoli (real) emprende un viaje a ninguna parte con un joven Ninetto Davoli (ficción) hacia Sodoma y la fiesta de la fertilidad, mientras siguen la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías. Willem Dafoe se calza las gafas de Pier Paolo Pasolini para embeberse del autor, reclamar con la voz de Ferrara un estado de guerra contra todo lo que atente la creatividad y la libertad humana y así lanzarlo a su terriblemente violento final en la tristemente famosa playa de Ostia. Así sigue haciendo cine Ferrara, el último cineasta realmente independiente del Siglo XXI.

    También en la Sección Perlas vimos la ucraniana The Tribe de Miroslav Slaboshpitsky, la película que arrasó en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, alzándose con todos los premios de la sección. Línea dura para un relato ultraviolento donde se retrata la vida en un internado para jóvenes sordomudos donde la prostitución, las palizas y las vejaciones son el pan de cada día. El mayor desafío narrativo de la obra es que ésta está contada desde el lenguaje de signos de los sordomudos sin que haya ningún tipo de subtítulo para clarificar qué demonios están hablando. Da lo mismo: la película de Slaboshpitsky se entiende a la perfección. Un cruce entre “La ciudad y los perros” de Mario Vargas Llosa y del cine de Ruben Östlund –en Cannes se la comparó también con Elephant (2003) de Gus Van Sant- en una película de difícil digestión pero capaz de convencer gracias a su estilizada puesta en escena. Aviso: tiene una de las secuencias más desagradables que yo haya visto este año (un aborto en plano fijo).

    Alejandro G.Calvo

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