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    ¿Es merecido el varapalo crítico a ‘Batman v Superman’?

    Analizamos la película de Zack Snyder tras su controvertido recibimiento por parte de la crítica.

    Antes de nada, un aviso: este texto contiene información sobre la película, así que si no la has visto y quieres llegar virgen de spoilers a la misma, mejor que no la leas.

    Empecemos por el principio. Batman v Superman: El amanecer de la justicia tiene un gran arranque. En él vemos en montaje paralelo tanto la génesis del hombre murciélago -el momento en que sus padres son asesinados, en esta ocasión, con un detalle muy pulp: salen del cine de ver Excalibur (1981) de John Boorman- como los devastadores efectos a pie de calle que tiene la pelea que cerraba El hombre de acero (2013), donde Metrópolis era devastada en el enfrentamiento entre Superman y el General Zod. Viendo a Bruce Wayne adentrarse en la nube de polvo que desprende el hundimiento de los edificios, en un claro símil a lo acontecido el 11-S, uno llega a creer que Zack Snyder ha conseguido ligar un género tan espectacular como el cine superheroico con los avatares que hacen aterrorizar a la población real, una herramienta que el cómic ha explorado en multitud de ocasiones y que tan complejo resulta de ver en la gran pantalla, donde es más fácil desdibujar a villanos caricaturizando su maldad hasta extremos paliativos que lograr dar entereza a ese mal informe y sin rostro fijo que, tristemente, anida en el ser humano.

    Snyder no lo tenía nada fácil, por más que la industria se haya volcado en la promoción de una cinta que resultaba un evento desde su mismo nacimiento. Su película no sólo debía poder superar la comparación al universo cinemático de la competencia -y eso que tanto Vengadores: La era de Ultrón (2015) como Ant-Man (2015) también recibieron sus palos-, sino que debía volver a revalidar su condición de 'entertainer' por encima de su predecesor directo en la casa Warner/DC Comics: Christopher Nolan (cuya El caballero oscuro (2008) sigue siendo una de las cúspides del género). Sobre él (y sus colaboradores) recaía el peso de tener que cimentar las bases del universo DC, ya sea este por separado (futuras películas para Wonder Woman, Aquaman, Batman, etc) o todos juntos (la anunciada La Liga de la Justicia) en un film que además debía tener bien medidas las apariciones de todo el cast: ya no sólo Henry Cavill y Ben Affleck, sino los secundarios Gal Gadot, Laurence Fishburne, Amy Adams, Jesse Eisenberg, Holly Hunter, Jeremy Irons... lo que lleva la cinta, por momentos, bien a tener secuencias algo inservibles -ojo, también pasaba esto en La era de Ultrón, ¿o hemos olvidado el baño de Thor en las aguas místicas?- bien a atropellarse en sus acciones épicas, especialmente, en su largo clímax. 

    Pues bien en Batman v Superman hay errores de bulto, está claro: ¿por qué Jesse Eisenberg parece estar dando vida al Joker en vez de a Lex Luthor?, ¿por qué la acción se condesa básicamente en su tercio final?, ¿dónde está la credibilidad en secuencias como el encuentro de Lois Lane con el terrorista islámico?- pero también hay aciertos interesantes. Empezando por el tono grave, casi wagneriano, de la obra (que se ha criticado en demasía). Ya no sólo porque es coherente con su film predecesor, El caballero oscuro, sino porque aborda la complejidad del superhéroe poniendo en estado de juicio algo tan genuinamente americano como es el tomarse la justicia por su mano. Superman no puede salvar a todo el mundo y la humanidad le quiere condenar por ello. Batman es un vigilante aterrador -su primera aparición es, de hecho, casi cine de terror-, más verdugo que detective, que marca a sus víctimas con un hierro candente para que sean luego asesinados en la prisión. La obsesión que nace entre ellos, y que debería dar sentido a la película, ya es otra historia; mucho más interesante en su resolución -donde pesan, para bien, los cómics más agrios de Frank Miller- que en su propio desarrollo. De ahí que el problema no sea que no hay ni rastro en la película del espíritu lúdico que respiran las cintas de Marvel, sino que el calado dramático del guión escrito por David S. Goyer -el guionista de la trilogía de Nolan, no olvidemos- flaquea por momentos, ya sea porque quiere incluir demasiadas subtramas en la narración troncal, como por el hecho de que no está suficientemente bien calculada la causa-efecto de los gestos que desencadenan la acción principal.

    Supongo que por eso es natural que el personaje de Wonder Woman haya sido el mejor recibido por la crítica. La novedad que aporta su presencia es mucho más interesante que el redescubrir a sus protagonistas principales. O quizás sea que su momento de lucimiento aparece en el mejor momento de la obra: en la batalla contra Doomsday, donde sí parece haber una simiente para creer que una futura película con la JLA al completo puede llegar a resultar excitante. Ahora, ¿llegaremos a verlo? Porque eso, desde luego, no depende de la crítica, sino de la taquilla. ¿Estará el público ya cansado de películas de superhéroes? Lo sabremos en breve.

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