Pese a la considerable cantidad de episodios de Star Wars estrenados, un sector de los fans suele mostrarse de acuerdo en torno a cuál es el mejor de todos: El imperio contraataca, estrenada en 1981. Sin embargo, lo que no muchos saben es que esta película dirigida por Irvin Kershner no fue la primera secuela planeada.
Según recoge Looper, antes incluso de acabar el guión de La guerra de las galaxias -luego titulada Una nueva esperanza-, George Lucas ya había diseñado un plan en caso de que su ambiciosa producción no tuviera el éxito esperado. Así, le encargó a Alan Dean Foster tanto las novelizaciones de La guerra de las galaxias como de una hipotética segunda parte, con el objetivo de que los fans pudieran saber al menos cómo acababa la historia, y partir de esta base para una nueva secuela en caso de que los números acompañaran. Su título era El ojo de la mente, y para saber más sobre esta película que nunca vimos sólo tienes que seguir leyendo.
Lucasfilm Ltd.
Las condiciones
A la hora de desarrollar esta nueva novela, Alan Dean Foster se vio sometido por Lucas a ciertas restricciones. Para empezar, el hecho de ni siquiera haber visto el Episodio IV durante sus primeros pasos, puesto que su jefe aún estaba acabando de redactar el guión, y el novelista sólo contaba con unos cuantos 'concept arts' en base a los cuales imaginar su historia. El hecho de ni siquiera poder utilizar a todos los personajes de Una nueva esperanza fue, sin embargo, la limitación más drástica.
En efecto, Harrison Ford sólo había firmado por entonces para una película, debido a lo cual Han Solo no podía aparecer en El ojo de la mente -y, por extensión, tampoco Chewbacca. Esto conllevaba que los protagonistas fueran exclusivamente Luke Skywalker y Leia, al tiempo que se eliminaba cualquier atisbo de triángulo amoroso y la relación entre ambos pasaba a ser más romántica de lo que llegamos a ver, ya que tampoco se había planteado aún que fueran hermanos.
Por último, el bajo presupuesto con el que contaba Lucas provocaba que no fuera muy aconsejable que esta secuela precisara de efectos especiales demasiado elaborados. Así, la acción de la novela no debía salir de un único escenario, el planeta Mimban, mientras que la batalla de Ala X inicialmente imaginada por Foster se vio relegada a, precisamente, su imaginación.
