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    Sitges 2016: La cinta vintage ‘The Love Witch’ da la primera sorpresa del festival

    Además de disfrutar del poderío del celuloide en 'The Love Witch', medimos las fuerzas del mejor cine-zombie de la temporada: 'Train To Busan' de Yeon Sang-ho y 'The Girl With All The Gifts' de Colm McCarthy.

    Estaba yo con mis cábalas de a qué cine ir y, en consecuencia, qué película ver, sin distinguir si sería mejor un musical polaco de sirenas o un thriller coreano de dos horas y media, cuando me crucé en las puertas del Hotel Melià con la figura de Max Von Sydow. Me quedé petrificado, sintiendo un bloqueo propio de una believer en frente de Justin Bieber. Era la Historia del cine en traje blanco, una figura alta y elegante, que se movía frágil apoyado en los hombros de su mujer. Sus películas pasaron como flashes acelerados en mi cabeza: de Hannah y sus hermanas (1986) a Minority Report (2002), de El exorcista (1973) a La muerte en directo (1980), de Flash Gordon (1980) aDune (1984). Pero claro, es que Max Von Sydow es todo Ingmar Bergman: El séptimo sello (1957), El rostro (1958), Como en un espejo(1961), Los comulgantes (1963), La hora del lobo (1968), La vergüenza (1968). Joder, es hasta la voz en off de Europa (1991). Sentí ganas de agarrarle y darle gracias por todo, preguntarle rápido “¿cómo era Bergman?”, o simplemente darle la mano para poder contárselo a mis hijos cuando crezcan. Pero ahí estaba yo, tieso e inmóvil, viéndole adentrarse en el hotel hasta que le perdí de vista tras una esquina. Al menos podré contar que un día me crucé con él que, como canta Nacho Vegas por Michi Panero, es mucho más de lo que soñaríais en mil vidas. Gracias Sitges, por ello. 

    Mucho antes y con seis horas de sueño entre pecho y espalda ya estaba yo a las 8AM sentado en el Auditori dispuesta a ver The Love Witch de la realizadora Anna Biller, una cineasta acostumbrada a trabajar en celuloide un modelo de imagen vintage que recicla el cine de género de los años 60 a través de una puesta en escena marcada por la imagen-retro y los estallidos de color. Como si Eric Rohmer hubiera trabajado su Perceval Le Gallois (1978) en Technicolor o como si Pier Paolo Pasolini hubiera construido su Decameron (1971) tirando más por Russ Meyer que por Giovanni Bocaccio, The Love Witch apela a un romanticismo exacerbado para construir una comedia satánica con una deliciosa bruja que acaba por matar de amor a sus amantes (no es una metáfora). Es digno de aplauso el que la película vaya más allá de ser un mero ejercicio de estilo que bebería tanto de la Hammer como de Rainer Werner Fassbinder, su toque de comedia ligera, su erotismo 60’s e incluso su vindicación del poder de la mujer para dominar al hombre a través de sus fantasías convierten la película de Miller en uno de los grandes hallazgos de este Festival

    En el día de la tradicional Zombie Walk nos zampamos dos títulos ad hoc: la coreana Train To Busan de Yeon Sang-ho y la británica The Girl With All The Gifts de Colm McCarthy. Empecemos con el tren de los zombis. Corea del Sur vuelve a tener problemas (un clásico del festival), en el caso que nos ocupa una horda zombi se cuela en un tren de pasajeros que, como reza el título, va en dirección Busan. Incapaz de detenerse en ninguna estación -el panorama es aún peor fuera que dentro del tren- los pasajeros las pasan canutas para poder enfrentarse en un espacio cerrado a las hambrientas bestias. Pues bien, la película funciona a trompicones, con alguna idea buena -el momento atravesando los vagones a puñetazos es de lo mejor de la cinta- pero con bastante relleno de por medio (y con un villano no-zombi que cae en lo paródico). Por su lado The Girl With All The Gifts, que viene con un cast cincelado: Glenn Close, Paddy Considine, Gemma Arterton, resulta más interesante al volcar una mirada algo distinta a un subgénero tan manido como es el de los muertos vivientes. El arranque es ciertamente impactante donde, sabiendo como ocultar las cartas argumentales, McCarthy nos introduce en una especie de cárcel de alta seguridad donde unos niños son tratados como bestias de presa: atados en sillas de ruedas, insultados por los soldados que los custodian a golpe de AK-47, alimentados con gusanos vivos… su único entretenimiento es una clase diaria donde parece medirse su inteligencia. Un entrante bastante alucinante que da alas a una cinta que acaba por dispersar buena parte de sus aciertos cuando se vuelve 100% cine vírico (cuando los zombis atacan, vaya). 

    Día 1: Sitges 2016 arranca en falso con dos gatillazos seguidos: 'Inside' y 'Proyecto Lázaro'

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