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    Fatih Akin: "El cine tiene que ver con las historias que cuentas, no con el ego"

    El cineasta alemán presenta 'En la sombra', con Diane Kruger transformada en ángel de venganza contra la extrema derecha.

    Un retrato de violencia y un retrato sobre los distintos estadios del dolor, del duelo a la venganza. Así es En la sombra, la nueva película del cineasta alemán Fatih Akin, con la que se hizo con el Globo de Oro a la Mejor película extranjera después de que su protagonista, Diane Kruger, lograra el premio a la Mejor interpretación femenina en el último Festival de Cannes.

    Los premios, no obstante, no parecen abrumar al director de piezas como Contra la pared o Goodbye Berlín, quien se presentó en nuestro país esta semana para hablar de su película en particular y de su trayectoria en general. "La extrema derecha está entre nosotros” dijo Akin. “Antes era muy difícil saber dónde estaban quienes piensan así, porque se encontraban más bien en los bordes" pero ahora están "en el centro: puede ser el banquero, el político o el taxista”.

    Una película sobre un atentado terrorista neonazi inspirado en hechos reales. Cuéntanos cómo llegaste a la historia de ‘En la sombra’.

    Fatih Akin – Siempre había querido hacer una película de ficción sobre el racismo; es un tema complicado para una película, sobre todo si te dedicas al cine más de entretenimiento. Pero quería hacerla, porque estaba siguiendo lo que sucedía en Alemania. Iba recopilando las noticias sobre ataques racistas, y al final encontré la historia. En cuanto tuve el relato, comencé a centrarme más en la protagonista y en su viaje emocional, en vez de en ese elemento político que fue lo que me llevó en un principio a querer hacer este trabajo.

    En la sombra’ se inspira en hechos de 2007, pero ¿ha cambiado la situación del neonazismo en Alemania? ¿Por qué atrae tanto a los jóvenes?

    F. A. – Alemania ha sido de las sociedades más valientes a la hora de mirar hacia su pasado y reflexionar sobre lo sucedido. Si no sabes tu historia, no conoces tu presente, reza el dicho, pero en realidad eso no garantiza que no se vuelvan a repetir ciertos hechos, ciertos errores. Buena parte de los actos racistas perpetrados por los jóvenes tiene que ver una cuestión generacional, como si se rebelaran contra lo establecido por la generación previa. Muchos de los terroristas del Daesh son chicos que provienen de familias de clase acomodada, incluso alemanas y blancos, y creo que hay algo de querer encontrar una manera de protestar contra sus padres. No es la única razón que explica el fenómeno, ni mucho menos la incapacidad que sienten para enfrentarse a los desafíos del presente. A las guerras actuales, a la guerra en Siria que ha provocado una oleada de refugiados como nunca habíamos visto, millones de personas que llegan a Alemania, que desafían ese statu quo del bienestar. Son cuestiones que dan miedo.

    Pathé Distribution

    ‘‘En la sombra’ es también una historia sobre el dolor de una mujer. Es un tema que has trabajado: la pena, la venganza, el odio. ¿Crees que la venganza es el estadio más difícil de superar del sentimiento del dolor?

    F. A. – Cuando te pones a pensar en lo que realmente es la venganza, te das cuenta de que se trata de un sentimiento que tiene que ver con la pérdida de control. La película va de eso, es el viaje de Katja por el dolor que siente y cómo la conduce a ese tipo de espacios emocionales. Es una bomba de relojería. Eso es lo que me interesaba de la película.  

    ¿Pensaste alguna vez en tu protagonista como un hombre y no una mujer?

    F. A. – Sí, pero tal vez me hubiera quedado una película tipo Charles Bronson, con mucha testosterona. Aburridísima. Soy un hombre y me gusta mucho más trabajar con una mujer, porque es un proceso más complejo, sobre todo tratándose del personaje de una madre.

    ¿Querías hacer con ’En la sombra’ una crítica a un sistema que no funciona?

    F. A. – La verdad es que no. Mis intenciones no iban por ahí, no quería hacer ningún tipo de denuncia ni señalar que el sistema judicial alemán está repleto de racistas. Es todo mucho más complejo. Estuve investigando en los tribunales, porque la película está basada en un caso real, así que me acerqué a los juzgados para estudiar las dinámicas de los procesos. Me chocó descubrir lo poco emocional que es un tribunal, y lo intenso que es para las personas la idea de luchar porque se haga justicia. Ahí hay un conflicto. Y donde hay conflicto, hay drama; y donde hay drama, una película.

    Incides mucho en la cuestión del racismo no solo en el hecho de que el marido de la protagonista es víctima de un atentado terrorista neonazi, sino también por los juicios de valor a los que se le somete a Katja durante el juicio. Su marido es turco, por el tipo de vida que llevaba, por su pasado, etc.

    F. A. – Estas cosas pasan en la vida real: es el racismo cotidiano. La víctima no tiene derecho de ser víctima a causa de los prejucios. En la película, la sociedad mata dos veces al marido de Katja: en el atentado, y luego le quita su dignidad.

    "Hay un racismo cotidiano en el que la víctima no tiene derecho de ser víctima a causa de los prejucios".

    Tampoco eres muy complaciente con las reacciones de la familia de la protagonista.

    F. A. – Me interesaba crear esa sensación de soledad de la protagonista. A veces sientes tanto dolor que tu familia no puede ayudarte, y a veces el enemigo está en la familia. En ciertas situaciones los padres son unos idiotas, porque en vez de consolar lo único que hacen es echar mierda. Y cuando eso sucede, lo más habitual es cortar las relaciones.

    Sin embargo, te recreas en los momentos felices de la vida de Katja en familia, gracias a esos videos caseros que aparecen como prólogo de cada uno de los capítulos del filme

    F. A. – Me pareció que eran una buena herramienta para introducir el tema de la familia. Muchos de nuestros recuerdos ya están filmados a través de dispositivos móviles, y videos caseros, y me gustaba como recurso, dado que la estructura narrativa está dividida en capítulos. Ahora que lo pienso, muchas de mis películas están divididas en capítulos y creo que tienen que ver con un estilo propio, aunque reconozco que no es una idea que me guste.

    En este sentido, en la rueda de prensa has confesado que no te gusta que se piense que hay un "estilo Fatih", que lo que quieres es ir cambiando como hacía David Bowie en sus discos. ¿Crees que en el cine de autor se preocupan demasiado por el tema del estilo?

    F. A. –  ¿Por qué se le da tanta importancia? No entiendo los motivos. Con esto no quiero decir que tengo razón y los demás están equivocados, es simplemente mi manera de ver l cine, porque creo que el cine tiene que ver con las historias que cuentas, no con el ego. Soy un cineasta europeo y siempre lo seré, pero a veces me siento más cercano a la manera de hacer del cine americano. Son mucho más pragmáticos y no priorizan el tema del estilo,  aunque hay grandes cineastas americanos con un estilo propio: Kubrick, Hitchcock… Estoy convencido de que muchos de ellos no se levantaban en mitad de la noche preguntándose ¿cuál es mi estilo?, ¡tengo que tener un estilo! Creo que eso es algo del cine europeo. Tal vez se deba a que manejamos menos presupuesto en las películas y nos sentimos obligados a incorporar la cuestión del estilo en el cine que realizamos.

    ¿Cómo ha cambiado el panorama del cine de autor europeo desde que comenzaste su trayectoria en los años 90?

    F. A. – Todo ha cambiado mucho, empezando con que entonces rodaba en celuloide, en 16mm, y editaba las películas en mesas de montaje Steenbeck.. Muchas veces me pregunto cómo puedo hacérmelas para sobrevivir. He pasado por todos los cambios de la transformación del cine. Supongo que me voy adaptando, en mitad de la jungla.

    ¿Y con respecto a la cuestión de los espectadores?

    F. A. – Creo que la televisión y las series, y el hecho de consumir cine a través de internet y dispositivos móviles han transformado el comportamiento del público. No creo que esa transformación tenga que ser vista como algo frustrante, o que haya ido a peor. Simplemente hay mayor competencia. También está el hecho de que el cine hoy tiene que ser un acontecimiento. Un filme normal, aunque sea muy bueno, si no es percibido como un hecho único, un acontecimiento, nadie va a verlo. Hacer cine es más fácil, más y más gente hace películas porque hay más accesibilidad a la tecnología y es más barato, y porque gracias a las plataformas online hay un nicho, así que tienes que encontrar la manera de destacar por encima del resto. No es fácil. Tienes que ser creativo, estar al día y no perder el tiempo.

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