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    Jacques Doillon: “El arte del siglo XX empieza con Rodin”

    El veterano director francés presenta un retrato del sensual escultor con Vicent Lindon como protagonista.

    La obra de Auguste Rodin (1840–1917) transformó la escultura y la introdujo en la modernidad. Contemporáneo de genios como Pierre-Auguste Renoir (1841–1919) o Paul Cézanne (1839–1906), sus piezas son conocidas en el mundo entero, desde El beso a La puerta del infierno o La danaide, por conseguir dotar al mármol de una sensualidad inusitada. Hace poco más de un siglo que falleció y ahora el francés Jacques Doillon presenta Rodin, un biopic centrado en el artista e interpretado por Vicent Lindon.

    Rodin se centra en los años de madurez del escultor para hablarnos de la profunda relación que mantuvo con el arte y con la también escultora Camille Claudel (encarnada en esta ocasión por Izïa Higelin, protagonista de Un amor de verano). Se trata de una película muy sensual y de corte reflexivo que muestra al artista en su taller, cara a cara con la creación. Hablamos con Jacques Doillon sobre la figura de este genio.

    Una de las reflexiones que propone en ‘Rodin’ es abrumadora: que del artista solo puede permanecer su obra.  

    Jacques Doillon – Rodin, que provenía de la clase proletaria y había vivido en la miseria hasta pasados la treintena, quería conquistar el mundo. Nunca consiguió entrar en una escuela de arte y, sin embargo, hacia el final de su vida ya había muchas de sus obras por toda Europa. Es muy paradójico, porque a los 35 años parecía no tener ningún futuro porque era un sencillo ayudante, y apenas una década después su obra comienza a estar por toda Francia.

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    Su retrato es el de un artista que reflexiona mientras crea.

    Jacques Doillon – Duranteel período de 1880-1890, Rodin tiene 50 años y se ha convertido en un escultor de la época, que sigue las corrientes de gusto del momento. Pero a lo largo de los veinte años siguientes, se transforma en algo mas que un precursor, porque su obra anuncia el siglo próximo. Es un hombre de ideas, pero no creo que sea un teórico en absoluto, más bien es alguien muy intuitivo. Desde luego, para mi es todo menos un teórico.

    ¿Por qué decidió, entonces, enseñar a Rodin como un artista en constante conversación consigo mismo?

    Jacques Doillon – Robert Bresson, por ejemplo, sí es un teórico del cine, además de ser un director, porque dirigió y escribió sobre cine. Pero Rodin escribió solo un libro, que además trataba sobre catedrales. Nunca pensó en la escultura, al menos no teóricamente. Sí es cierto que si visitabas su taller, era un anfitrión muy locuaz. 

    ¿Considera que una trayectoria como la de Rodin sólo pudo ser posible gracias a que el estado financió alguna de sus obras?

    Jacques Doillon – El estado financió a Rodin pero no toda su obra, más bien algunos pedidos. A pesar de ser muy famoso, Rodin ganó muy pocos concursos públicos. En el caso de la época en que vivió Rodin, el Estado francés se encontraba en un momento delicado, porque se acababa de salir del Tercer Imperio y entrar en la Tercera Republica, y el gobierno necesitaba loar a través del arte a los prohombres revolucionarios afines al nuevo régimen con el objetivo de enseñar al pueblo. Por tanto, el arte subvencionado tenía una función propagandística. 

    En el caso de la época en que vivió Rodin, el Estado francés se encontraba en un momento delicado y el arte subvencionado tenía una función propagandística.

    El trabajo escénico es muy minimalista y al mismo tiempo muy eficaz. ¿Puede explicar cómo preparaba el set de rodaje de ‘Rodin’?

    Jacques Doillon – Siempre ruedo en plano secuencia, y nunca preparo los planos antes de rodar. Así que cada vez que entramos en el set es una aventura y siento desde euforia hasta angustia. Nada más llegar, emplazo a los actores en sus posiciones y a partir de ahí trabajamos la cuestión técnica. Prefiero trabajar con luz natural, que me parece la más bella para esculpir los cuerpos, luz de ventanas, o algunos focos cenitales muy suaves. Es cierto que estoy sometido a las condiciones lumínicas de la luz del día, pero eso no lo veo como un inconveniente, porque me permite ser muy rápido rodando. Mis jornadas de rodaje ocupan 8 horas exactas, ni una más ni una menos.

    Tras ‘La pasión de Camille Claudel’  (1989) y ‘Camille Claudel 1915’ (2013), es la tercera que la escultora, amante de Rodin, aparece en el cine. ¿Cuál cree que es su aportación a la hora de comprender a este gran personaje histórico?

    Jacques Doillon – En mi opinión, si Claudel no hubiera tenido una fantasía inmensa, muy difícilmente Rodin se hubiera enamorado de ella. No creo que se fijara en ella porque era guapa, que lo era, en efecto, ni porque tuviera ese inmenso talento, si no porque Rodin era algo siniestro, de un humor poco alegre, y cito según las propias palabras del escultor. A partir de ahí, es fácil imaginar que la única persona capaz de iluminar y aportar algo de luz a su vida sea alguien mas joven, más dotada, inteligente y guapa, pero sobre todo alguien con una gran capacidad de imaginar. Porque la fantasía no es el punto fuerte de Rodin. No te hablo de la obra, si no en su vida personal. Estoy convencido de que Camille le conquistó y le sedujo justamente por esa razón, hasta el punto de que se volvió loco por ella. Por todas estas características escogí a Izïa Higelin como la actriz para interpretar a la escultora.

    ¿Por qué escogió a Vincent Lindon como Rodin, quien para muchos espectadores tiene esa imagen de héroe romántico del cine francés?

    Jacques Doillon – No me doy cuenta del todo de lo que representa Vincent, primero porque ya no veo mucho cine. Pero con los actores y las actrices me sucede algo curioso: cuando alguno o alguna me interesa de cara a poder colaborar en algún proyecto, ya no quiero verlos o verlas en la pantalla por miedo a ver algo que no me guste y, así, alejarme del deseo de trabajar con ellos. Con Vincent me pasó algo parecido. Hace unos 20 años me encontraba rodando El pequeño criminal y él estaba filmando una cinta con Tony Gatliff, no muy lejos de Marsella. Vino a verme, nos conocimos y hasta 10 años después no le escribí para un trabajo que no salió finalmente. Y hasta hoy. Me encontraba escribiendo el guion de Rodin y se lo hice llegar. Vincent me envió algunas de sus películas, y sólo vi La ley del mercado, he de reconocer.

    Si Claudel no hubiera tenido una fantasía inmensa, muy difícilmente Rodin se hubiera enamorado de ella. Él era algo siniestro, de un humor poco alegre.

    ¿Cómo trabajó con Lindon el personaje de Rodin: sus gestos, su voz?

    Jacques Doillon – Fue complicado. Se sabe poco de él, porque era un artista que dejó muy poco escrito. También fue uno de los pocos artistas que surgieron de la clase proletaria y del medio obrero. Eso era innovador. La mayoría de los artistas provienen de la burguesía, como Claudel, por no ir muy lejos, y en el caso de Rodin fue siempre fiel a su clase... Pero voy a regresar a la pregunta: a partir de lo que leí me hice una idea de cómo podía ser Rodin. Hay ejemplos que pueden iluminarnos sobre cómo era Rodin. Encontramos en su archivo una caricatura que Bordel había hecho de Rodin que era calcada de algunas posturas que Lindon proponía para el personaje. No estábamos muy desencaminados, me parece.

    Hablábamos al principio de la entrevista del legado de Rodin. ¿Fue en efecto tan visionario e incomprendido como se subraya en su película?

    Jacques Doillon – Rodin, como ya he dicho, fue uno de los primeros artistas que nació de la clase obrera. Y su trabajo fue lo que le consagró, hasta el punto de que el siglo XX empieza con su obra. Fue un artista que pensó mucho su trabajo, porque no daba por concluida su obra hasta que pasaban años. Por ejemplo, con su Balzac se siente perdido cuando ha de poner en pie esa escultura, pero poco a poco y con el paso del tiempo consigue alcanzar la idea que iba buscando.  Trabajó siete años en su Balzac. En su momento era tan moderno como intento enseñar en la película. Los críticos y la gente lo odiaba, y sólo un publico muy restringido, artistas inteligentes, entendieron la importancia de esa escultura. Monet, por ejemplo, entendió que era la obra más importante de Rodin. Y así lo entendió el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Ese centro, que está consagrado al arte del siglo XX, tiene en su entrada el Balzac de Rodin, que se finalizó en 1898. Es decir, que Rodin dio paso a la escultura de la era contemporánea.

     

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