Cuatro amigos de la universidad viajan hasta Berlín para darle una sorpresa a otro compañero de juventud el día de su cumpleaños. Pero los planes que tenían pensados se torcerán de manera inquietante. Con esta premisa, Elena Trapé ha construido Las distancias, un retrato generacional en el que madurar pasa por lo traumático. La cineasta catalana, que debutó en 2010 con Blog, ha reunido a Alexandra Jiménez, Miki Esparbé, Isak Ferriz y Bruno Sevilla para hablarnos de los sueños frustrados de la generación 'crisis'. Hablamos con Trapé con motivo del estreno de la cinta, que se llevó la Biznaga de Oro a la Mejor película en el último Festival de Málaga.
El retrato generacional que has hecho en 'Las distancias' no es nada complaciente, y llama la atención la poca confianza que queda ya en los vínculos de amistad de los protagonistas. ¿Por qué motivos querías poner en escena esa crisis total entre ellos y para qué?
Elena Trapé – En el caso de Comas (Mike Esparbé), no creo que todo lo que acaba sucediendo en la película le reporte algo bueno, porque sus acciones no son decisiones tomadas, sino que está huyendo. Y es fruto de su manera de gestionar la vida, que personalmente me parece bastante cobarde e infantil, pero hay que ver a ese personaje también como víctima de su propia imagen, porque era el tío carismático que siempre está a tope. Y de repente ya no está así. Es como un animal contra la pared. Y de ahí la serie de decisiones irracionales. Pero bueno, ¡en ocasiones es tan difícil decir la verdad! Incluso a las personas que fueron tus amigos.
Insistes en 'Las distancias' en esa idea de que el grupo de amigos de toda la vida no siempre es un espacio de sinceridad.
Elena Trapé – Un grupo de amigos es como una familia, una estructura de hierro. Y cuando tú quieres cambiar, a veces parece que a los demás nos les da la gana porque si tú cambias también tiene que cambiar el resto. Hay veces en que los grupos de amigos acaban siendo como cárceles.
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En dos o tres momentos de 'La distancia' haces referencia al contexto de la crisis económica actual e insistes en la idea de esta generación a la que se le ha negado el futuro. ¿Por qué querías enmarcar ‘Las distancias’ en el presente más actual?
Elena Trapé – He tenido gente alrededor que ha vivido situaciones terribles, de verse arrastrado por la corriente de tener que comprarse un piso, a un precio de mercado que estaba por las nubes, y que ha terminado sobreviviendo como sea. Casos como el del personaje de Eloy (Bruno Sevilla). Aunque la conversación de la crisis está ahí como sugerida, es algo que tenía que aparecer porque ha afectado sus vidas. Se trata de un grupo de amigos que ha vivido super bien en casa de los padres, ha estudiado, ha hecho masters, viajado, se he comprado de todo, se he comprado ropa de marca... Estamos hablando de una generación que ha vivido y disfrutado de un bienestar que ya no va a tener.
Cuéntanos por qué decidiste contar con Alexandra Jiménez como protagonista. En los últimos años ha ido dando un giro hacia películas más dramáticas, pero aquí su interpretación es muy impactante.
Elena Trapé – Alexandra me parece que es la Kristen Wiig española. Recuerdo que en el D’A Film Festival vi una película de Sebastián Silva con Wiig, en el primer papel dramático que vi de ella, y se me encendió una bombilla. De repente era muy obvio. Alexandra me parece muy buena actriz, tenía ganas de llevarla a este terreno y a ella le gustó el guion. Fue muy fácil.
¿Cómo trabajasteis la atmosfera de tensión y de intimidad entre todos los actores? No es fácil en una película coral ese equilibrio de fuerzas interpretativas.
Elena Trapé – Rodamos mucho más dialogo del que finalmente se ha montado. La película se fue volviendo silenciosa en la sala de montaje. Estaba especialmente preocupada en poder retratar los cinco puntos de vista de la historia y explicar cómo está cada uno de ellos sin tener que verbalizarlo. En realidad, ensayamos poco y luego me arrepentí, porque deberíamos haber ensayado más, porque no es una película que nació improvisada, más bien lo contrario: está todo guionizado. Pero ayudó mucho que el hecho de rodar las escenas del tirón, en plano secuencia, que luego fuimos montando. Y también ayudó mucho la convivencia en Berlín, la verdad, donde vivimos cuatro semanas juntos. Yo pasé más tiempo en esa ciudad en la preproducción, pero los actores y actrices sí vivieron ese mes entero juntos como un grupo de amigos.
Estaba especialmente preocupada en poder retratar los cinco puntos de vista de la historia y explicar cómo está cada uno de ellos sin tener que verbalizarlo.
¿Berlín también acabó siendo una propia jaula para el desarrollo de la película?
Elena Trapé – ¡Sí! [risas]. Mira que es una ciudad que me encanta, pero fue algo decepcionante volver a Berlín, porque en 2017 no era ya la misma ciudad que conocí en 2010. Está muy gentrificado, con los berlineses super estresados por el turismo.
¿Qué crees que has aprendido en esta película? Han pasado siete años desde que hicieras 'Blog' y las diferencias entre ese filme y 'Las distancias' son notables.
Elena Trapé – He aprendido mucho con esta película. Es cierto que durante este tiempo he tenido la suerte de rodar publicidad, así que no he dejado nunca de filmar y, en este sentido, a nivel técnico mi experiencia profesional me hacía sentir muy cómoda en el set de rodaje. Pero cuando te enfrentas a una película coral con tantos puntos de vista en la que tienes que explicar no lo que dicen si no lo que están pensando... ¡Eso no lo había hecho jamás! Estoy muy contenta, porque ser capaz de hacer cosas nuevas siempre es bueno.
