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    León Siminiani: "En 'Apuntes para una película de atracos' quería poder hablar de tú a tú con Flako"

    El director de 'Mapa' regresa con un documental que sigue la reinserción de un ladrón de bancos al tiempo que deconstruye los códigos de los filmes de atracos.

    El Flako, también conocido como el Robin Hood de Vallecas, fue uno de los líderes de la banda de las alcantarillas, que a principios de esta década arrasó con unas cuantas sucursales bancarias en Madrid. También es el protagonista de Apuntes para una película de atracos, el nuevo documental de León Siminiani, donde el cineasta regresa al terreno del documental de creación y de la autoficción para trazar la fascinante historia de cómo se crea una película de atracos y de la relación de amistad que se establece entre el antiguo atracador y el cineasta que quiere rodar una película sobre él.

    Apuntes para una película de atracos se estrena hoy miércoles 5 de diciembre de 2018 en salas españolas y con motivo de su llegada a la cartelera hemos hablado con León Siminiani (Mapa) sobre este nuevo experimento; un trabajo que sirve para deconstruir uno de los géneros más emocionantes del séptimo arte, a la par que funciona como primer capítulo de la carrera creativa de Flako, quien en enero de 2019 lanza Esa maldita pared (Libros del KO), novela sobre sus  hazañas como atracador. “Está de puta madre. Yo no sé si la acabaré haciendo yo, pero ahí hay una gran película de atracos porque la novela es la hostia”, comenta entusiasmado León Simiani antes de la entrevista. Hablamos con el cineasta madrileño sobre esta y otras cuestiones a continuación.

    Avalon

    ¿Cuéntanos primero porqué decidiste el título de ‘Apuntes’ para tu película de atracos?

    León Siminiani– Las películas de apuntes o cuadernos de notas visuales es un pequeño subgénero dentro del documental que lo trabajó sobre todo Pasolini, y eran películas que él hacía antes de ponerse, digamos, con una película grande: de repente se iba solo a investigar con un cámara y acababa haciendo una película de ensayo. Hizo como seis o siete a lo largo de los años 70, y tiene una que se llama Apuntes para una orestíada africana que es una maravilla y que es una de las películas que más me han influido. La idea siempre fue hacer una película de atracos, pero ese objetivo era también un placebo porque tampoco creía que filmar la película de atracos fuera imprescindible. Yo lo que quería era investigar cómo sería hacerla. Porque esa idea de hacer del proceso contenido es algo que me interesa mucho –y que también estaba en Mapa (2012) y en trabajos previos– y, de alguna manera, pensé que tal vez podía juntar las dos cosas: la voluntad de hacer una película de atracos y transitar por ese tipo de filmes de notas de Pasolini, y hacerle, con ello, un homenaje.

    La idea siempre fue hacer una película de atracos, pero ese objetivo era también un placebo porque tampoco creía que filmar la película de atracos fuera imprescindible. Yo lo que quería era investigar cómo sería hacerla.

    ‘Apuntes para una película de atracos’, en efecto, es una película sobre un proceso, pero aquí el proceso ya no es algo tan personal como sucedía en 'Mapa'. Primero porque es una película sobre otra persona, Flako, el ‘Robin Hood de Vallecas’.

    León Siminiani– Cuando empecé Apuntes para una película de atracos, había una voluntad desde el principio de pasar del YO al TÚ, pero me encontraba con el problema de que mi protagonista, Flako, estaba en prisión. De hecho, pasó preso tres años de los cinco que estuvimos rodando. Aún y así, yo quería que la película se empapara del proceso por el que habíamos pasado y, en concreto, que también reflejara estos problemas: primero la fase en la que la persona a la que quieres filmar no está; luego, la fase intermedia en la que sale poco, por diversas razones; y luego una tercera fase en la que ya es accesible. En la primera fase de la producción, no podía filmar ni a Flako, ni a su mujer ni a su hijo, así que lo que hice fue recurrir a mi propia vida para que hiciera de espejo de la suya. Cuando Flako y yo nos conocimos, él llevaba 8 meses de padre y nosotros nos habíamos quedado embarazados. Fue entonces cuando decidí filmar a Ainhoa, mi pareja, y a mi hija, porque quería que apareciera su perfil como padre pero no le podía filmar con su hijo. En esa fase de la producción, también estuvimos como ‘jugando’ a cómo se realiza un atraco. Yo quería que esa parte estuviera en la película: el cómo se atraca, qué hay que hacer, cuáles son las dificultades. Hay algo ahí muy lúdico. De repente, nos veíamos como unos aspirantes a Bonnie and Clyde. Más allá de todo eso, estas cosas nos sirvieron para sobreponernos de ese momento tan difícil de no poder contar con Flako. Extrañamente, conseguimos darle la vuelta y la parte más oscura del proceso de la producción se ha convertido, una vez finalizado el largometraje, en la que más luz tiene, porque es la más ligera y la más juguetona.

    Dices que en ‘Apuntes para una película de atracos’ querías pasar del YO al TÚ. A mí me da la sensación que más bien pasas al NOSOTROS.

    León Siminiani– ¡Pues me gusta que me digas esto! Igual no estoy preparado para el TÚ todavía [risas], y he pasado de la primera persona del singular a la primera persona del plural. Me gusta lo que me comentas porque creo que como tema de fondo la película habla de cómo establecer una colaboración y una amistad con alguien que está al otro lado de la ley –y está pagando una pena–, sin ser ni juzgante ni condescendiente ni apologético. Es decir, que ni se fascina con él, ni le empieza a poner de héroe ni le juzga o se pone moralista. Era una de mis preocupaciones, el encontrar un espacio donde pudiéramos crear un nosotros, donde poder hablar de tú a tú sin olvidar las diferencias que tenemos, que son de todo tipo: de educación, sociales, de donde venimos cada uno de nosotros y de las ventajas que tengo yo que él no tiene. Si el espectador percibe la película como una película sobre nosotros, es una buena noticia, porque yo creo que lo ha sido y que lo sigue siendo.

    Sabía que la alcantarilla era una cuestión clave en la historia y que tenía que bajar. Y cuando lo hice, entendí lo que Flako me quería decir [...] Todo el nivel de adrenalina y de animalidad que había ahí metido.

    Háblanos de tu visita al alcantarillado de Madrid. En ‘Apuntes para una película de atracos’ es un elemento muy importante, tanto en términos narrativos como plásticos.

    León Siminiani– Yo sabía que la alcantarilla era una cuestión clave en la historia y que tenía que bajar. Era algo a lo que me resistía, porque soy claustrofóbico. Durante los tres años que Flako estuvo en prisión siempre me decía que tenía que bajar. “Hasta que no bajes no vas a entender”, insistía. Y el policía me decía lo mismo. Y finalmente bajé, y cuando bajé, ya decidí que tenía que volver a bajar y hacerlo bien. Le pedí a Flako que me dibujara una especie de ‘tour’ de dónde tenía que ir en Madrid por la alcantarilla, desde un sitio sublime a uno angosto o infernal. Él me dio rutas y yo fui haciendo esas rutas, tanto con la policía del subsuelo como con la gente del subsuelo del Ayuntamiento de Madrid. Ahí le perdí el miedo y me sirvió para decidir que la alcantarilla tenía que tener un lugar central en la película. Porque entendí lo que Flako me quería decir. A ver, este tío hacía agujeros en la pared moviéndose por la alcantarilla, con herramientas que pesan 10 kilos, es cinco veces más gordo que yo, y, encima, se escapaba con unas sacas de dinero que pesan 8 kilos. Toda la experiencia me hizo comprender el nivel de adrenalina y de animalidad que había ahí metido, y me dije que la alcantarilla tenía que salir y tenía que ser central en la película. En Apuntes..., la parte de la alcantarilla ocupa menos de diez minutos, y es un momento en que la película se oscurece y se hace claustrofóbica de manera voluntaria, porque cuando dejamos atrás la alcantarilla, es cuando Flako ya ha salido de la cárcel y coge las riendas de la narración.

    La idea era llevar la película a nuestro terreno. Flako no es Spaggiari –es un chaval de Vallecas–, pero yo tampoco soy Kubrick ni Dassin.

    Otro elemento que me llamó la atención de ‘Apuntes para una película de atracos’ es el uso del material de archivo, en concreto, películas de cine negro de nuestra filmografía. Aparece ‘Rififi’, de Jules Dassin, que es francesa, pero básicamente trabajas con fragmentos de policíacos españoles, como ‘A tiro limpio’, de Francisco Pérez-Dolz.

    León Siminiani– Esto es por dos motivos. El primero es que cuando conocí a Flako, él tenía una fascinación con el mundo de los atracos que era paralela a la mía con el mundo del cine negro. A mí lo que me impulsa es mi amor por las grandes películas de robos de la historia, francesas y americanas, y a él lo que le impulsa es esa fascinación por esa figura de Alberto Spaggiari que es también mítica. Me di cuenta, por otra parte, que para poder atracar, de alguna manera Flako hacía bajar a tierra esa figura mítica de Spaggiari, así que me dije que yo también tenía que bajar mi amor por los noirs a tierra; y, partiendo de Atraco perfecto, de Kubrick, o El círculo rojo, de Melville, decidí mirar hacia lo que se hacía en nuestro país: Brigada criminal, de Iquino, A tiro limpio, de Francisco Pérez-Dolz… Y, la segunda razón es de índole más práctico y económico. Para que te hagas una idea: las diez imágenes que salen de Rififi cuestan más que los fragmentos de policíacos españoles que hemos utilizado. Pero bueno, la idea era llevarlo a nuestro terreno. Flako no es Spaggiari –es un chaval de Vallecas–, pero yo tampoco soy Kubrick ni Dassin.

    La película es esperanzadora en cuestiones tan espinosas como la redención o la reinserción en la sociedad de criminales. También, creo, porque se insiste en la idea del arte como elemento que lo posibilita, como elemento terapéutico.

    León Siminiani– Es un tema difícil, y es una pregunta que debería responder Flako. Pero te contesto lo que él suele explicar cuando lo preguntan por este tema. Él empezó a delinquir desde muy joven y no tiene esa mirada moral sobre la delincuencia. Dicho lo cual, no creo que vuelva a delinquir por dos cosas. Primero por todo lo que ha abierto la película y la novela, donde creo que él ha encontrado una vía para vehicular su hambre de vida, su ansiedad, sus ganas de comerse el mundo, de una manera que no sospechaba. Por otra parte, él no quiere estar separado otra vez de su hijo, que para él es lo más importante del mundo. Su hijo es como un dique para asegurar su reinserción. Ahora está muy fascinado con lo que está haciendo –las cartas, los libros, la película, lo de participar, la voz en off, montarla, ahora con la novela, con la promo…–, y yo creo que está descubriendo un mundo nuevo. Me dice que siente que la está montando como cuando robaba, pero de otra manera. Al final, en su caso es una cuestión de gestión de la energía. Tuvimos unas cuantas charlas, no sé si de terapia, pero sí de desahogo. Y sí, siempre he pensado que el arte tiene una capacidad potencialmente terapéutica y que la creación puede ser una vía de escape. O también una vía para afrontar cosas que de otra manera te llevan a enfrentarte a un muro.

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