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    Roy Andersson ('Sobre lo infinito): "En las cosas triviales está la esencia del ser humano"

    El cineasta sueco estrena el viernes 24 de enero su última tragicomedia, otra exploración existencial teñida de humor negro absurdo.

    Roy Andersson es uno de los cineastas más particulares del cine europeo gracias a un cine repleto de humor absurdo que muestra con ternura y algo de tono ácido las contradicciones del ser humano. En 2014 logró el León de Oro en la Mostra de Venecia con Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia, y ahora nos llega su última película, Sobre lo infinito, que también concursó en Venecia y Sevilla y que de nuevo nos ofrece a un Andersson en estado de gracia cinematografíco. 

    Sobre lo infinito toma la forma de varias viñetas sin conexión aparentemente, en lo que es el ya clásico estilo cinematográfico de Roy Andersson desde Songs from the Second Floor (2000): vemos a una pareja sobrevolar la ciudad de Colonia desgarrada por la guerra; a un padre mojándose con la lluvia para atarle el cordón del zapato a su hija; a un ejército derrotado marchando hacia un campo de prisioneros; o al mismísimo Adolf Hitler, fantasmagórico, en los últimos días en el búnker en el que se escondía. Una película sobre la belleza de lo mundano, que llega el viernes 24 de enero a los cines de toda España y de la que hemos conversado vía telefónica con Andersson. 

    Tu cine cuenta historias muy mundanas, que pueden sucederle a cualquiera. ¿De dónde salen las historias que aparecen en tus películas? 

    Roy Andersson– Las historias de todas mis películas son originales. Quiero decir que no son adaptaciones de libros o de cuentos escritos por un tercero. Las ideas me vienen de la vida misma, de la gente que veo por la calle, en restaurantes. 

    Podemos decir que eres un buen observador, así pues. 

    Roy Andersson– Sí, supongo que es una de mis virtudes. 

    En 'Sobre lo infinito' es la primera vez que utilizas la voz en off en una película. ¿A qué se debe la incorporación de este elemento? 

    Roy Andersson– Hacía tiempo que quería probar cómo quedaba la voz en off en alguna de mis películas, y finalmente me he acabado atreviendo. Puede que Sobre lo infinito sea mi última película y era ahora o nunca. En un principio, pensé en usar la voz de un hombre pero la voz de una mujer queda mucho mejor. Me gustaba la idea de tener una narradora femenina, porque me hacía pensar en Scheherazade, la narradora de Las mil y una noches.

    Tanto 'Sobre lo inifinito' como el resto de tus películas tienen algo de 'Las mil y una noches', de pequeños cuentos compilados. 

    Roy Andersson– Siempre me ha encantado Las mil y una noches y es una de mis principales inspiraciones. Me fascina la idea de que sus historias no tienen fin, ya que cuando acabas uno de sus cuentos siempre comienza enseguida uno nuevo. Son historias independientes que a su vez parecen estar conectadas entre sí de manera mágica. 

    Siempre me ha encantado 'Las mil y una noches' y es una de mis principales inspiraciones. Me fascina la idea de que sus historias no tienen fin, de que cuando acabes uno de sus cuentos siempre comienza enseguida uno nuevo.

    ¿Es 'Sobre el infinito' tu película más melancólica? 

    Roy Andersson– No eres la única periodista que me ha hecho esta pregunta y me sorprende mucho, porque a mí me parece que es de las más ligeras que he realizado. Aunque sí es cierto que todas mis películas están teñidas de melancolía. 

    Háblanos del estilo visual característico de tu cine. ¿Por qué insistes en este tipo de planos fijos, tan marcados, que nos hacen pensar en una tira cómica o incluso en una pintura? 

    Roy Andersson– Para mí es importante que todo el significado de una escena quede comprimido en un solo plano. Esa es mi filosofía: sintetizar una idea en una toma. Cuando acabé mis estudios de cine y comencé a hacer películas, estaba muy influido por el neorrealismo. Pero me acabé cansando de ese estilo. Me interesa más la idea de ser hiperrealista, de ser capaz de hacer viñetas tan poderosas como las pinturas de Goya.

    En 'Sobre lo infinito' homenajeas uno de los cuadros más evocadores de Marc Chagall, 'Over the town' (1918). 

    Roy Andersson– Es un cuadro que me gusta mucho. 

    @ Marc Chagall
    Neue Visionen Filmverleih

    Volviendo a tu estilo visual, quería preguntarte por tu paleta de colores. 

    Roy Andersson– Intento evitar siempre los colores fuertes y los contrastes. Me ha costado dar con la paleta de colores que más me satisface y creo que en Sobre lo infinito lo he conseguido.  

    Durante años estuviste trabajando en el ámbito de la publicidad. ¿De qué manera ha influido a tu cine y a la manera en que retratas a la gente? 

    Roy Andersson– Justamente en el mundo de la publicidad logré dar con mi estilo visual. Me ayudó mucho a ser sintético con lo que quería contar. Y te puedo decir una cosa, jamás he rodado un anuncio que no quisiera y jamás me he arrepentido de los anuncios que he realizado.

    Aparte de un estilo visual sintético, tal y como lo defines, tu cine es también un cine de lo trivial. 

    Roy Andersson– Me gusta que mi cine se etiquete como trivial, porque en las cosas triviales está la esencia del ser humano. Aunque no nos guste, somos más triviales de lo que creemos porque lo trivial va más allá de la realidad. Mi cine también se construye a partir del fragmento. Creo que es porque la vida es fragmentaria por naturaleza, y en mis películas trato de mostrar todos los rostros del ser humano y de la vida tal y como es. 

    Para mí es importante que todo el significado de una escena quede comprimido en un solo plano. Me interesa la idea de ser hiperrealista, de ser capaz de hacer viñetas tan poderosas como las pinturas de Goya.

    Has dejado caer que tal vez 'Sobre lo infinito' sea tu última película. 

    Roy Andersson– Antes de hacer películas, adoraba la literatura y me encantaban las historias de Albert Camus. Luego descubrí que no era tan bueno escribiendo como pensaba y empecé a hacer películas, con Luis Buñuel, Antonioni o Vittorio de Sica como referentes. Creo que ahora, a mis 76 años, es el momento de volver a escribir de nuevo.

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