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    Zabou Breitman ('Las golondrinas de Kabul'): "Nuestra misión es hacer del pasado un testimonio artístico fundamental"

    Llega a salas esta cinta de animación que adapta la novela de Yasmina Khadra para habalr de la época de los talibanes en Afganistán.

    Hace más de 20 años, en el Afganistán de los talibanes dos parejas tratan de sobrevivir al horror. Este es el punto de patida de Las golondrinas de Kabul, cinta de animación co-dirigida por la cineasta y actriz Zabou Breitman y la animadora Éléa Gobbé-Mévellec (El gato y el rabino), que se estrena en España hoy viernes 21 de febrero de 2020.

    Adaptación del best seller de Yasmina Khadra, seudónimo del escritor argelino Mohammed Moulessehoul, Las golondrinas de Kabul se presentó mundialmente en Un certain regard de Cannes 2019 y acaba de lograr dos premios en el reciente My French Film Festival, el galardón del jurado de la Prensa Internacional y el Premio Lacoste del público. Galardones, en suma, que reconocen el valor de este trabajo delicado –realizado en acuarela– y comprometido, sobre el que hemos hablado con su directora, Zabou Breitman. No te pierdas la entrevista a continuación. 

    Memento Films Distribution

    ¿Cuál es tu relación con la novela de Yasmina Khadra, 'Las golondrinas de Kabul'?

    Zabou Breitman– Tengo que reconocer que no conocía el libro. Los productores contactaron conmigo y ahí fue mi toma de contacto. Tenían pensado hacer una película convencional, con actores, escenarios reales, etcétera; pero debido a la dificultad me propusieron  transformarla en cinta de animación. Eso sí, tenían muy claro que iba a ser dirigida por una mujer. Acepté enseguida.

    ‘Las golondrinas de Kabul’ es una película de animación interpretada con actores reales. Explícanos esta decisión.

    Zabou Breitman– Como sabes, también soy la actriz y he interpretado a personajes en cine de animación, por ejemplo, la madre de Titeuf –Titeuf, le film (2011)–, adaptación de unos tebeos para niños. En cualquier caso, siempre he tenido la sensación de que en el cine de animación los actores se incorporan muy tarde a la producción y llegan cuando todo está casi hecho. Hay como un desencaje. Y en Las golondrinas de Kabul supe desde el principio que quería contar con actores reales ya en el inicio de la producción. No quería contar solo con sus voces. Más adelante, al preparar el diseño de animación, dimos con una animadora francesa, Eléa (Gobbé-Mévellec). Otra mujer. También dimos con el tipo de dibujo que queríamos, basado en acuarela. Porque, ¡la película no está realizada utilizando la rotoscopia! Es decir: no se ha pintado encima de imágenes filmadas previamente. No queríamos hacer eso. Hubiera dado otro tipo de tono a la imagen, muy diferente y extraña. Como mecánica.

    La acuarela es una técnica nada cinematográfica.

    Zabou Breitman– Nos gustaba porque contrasta de una manera muy clara con el hiperrealismo de los actores, con sus movimientos, sus gestos... Costó convencer a los animadores para que se lanzaran a realizar algo que creíamos muy complicado. Primero por la cuestión de dibujar a partir de modelos al natural, y después, por la técnica de la acuarela: dos dimensiones, imagen por imagen, y con una velocidad más lenta de la que estamos acostumbrados, a 18fps en vez de 24fps, para que se notara una sensación como de sacudida al ver la película, y para provocar cierta distancia entre el espectador y la imagen. Creo que esa manipulación le da a la película una idea de evocación. Hay un contraste tan fuerte entre la suavidad del trazo y la realidad que cuentan esos dibujos que uno cree estar en una dimensión alternativa.

    Quizá es por el uso de la acuarela, pero ‘Las golondrinas de Kabul’ tiene algo de fábula. ¿Tenías el formato del cuento en la cabeza cuando planteaste la puesta en escena de la película?

    Zabou Breitman– Sí, por supuesto. Así intento que sea mi cine: con una historia dura, pero con un tratamiento como de cuento o fábula. Un modelo de ficción dentro de la realidad ya sea gracias al montaje, al uso de la música o mediante la imagen. Crecí educándome con cuentos, donde lo fantástico tenía un lugar primordial. Luego, me interesaron las historias policiacas, que creo que están relacionadas con las fábulas. Piensa, por ejemplo, en los filmes de suspense de Hitchcock, que son policíacos y a la vez, también, tienen mucho de fábula. Sus historias, sus imágenes... Personalmente, necesito cosas así. Jugar con las posibilidades del soporte, que en este caso es el dibujo animado.

    Crecí educándome con cuentos, donde lo fantástico tenía un lugar primordial. Personalmente, necesito cosas así. Jugar con las posibilidades del soporte, que en este caso es el dibujo animado.

    ¿Cómo fue el trabajo con los actores y actrices? ¿Qué instrucciones les diste, sabiendo que iban a acabar convertidos en un dibujo?

    Zabou Breitman– Iban caracterizados según sus papeles, porque era importante de cara a los animadores ser lo más detallista posible con sus cuerpos y movimientos. Por ejemplo, en el caso del personaje de Atiq, al verlo en la película soy capaz de reconocer las manos del actor que le interpreta, Simon Abkarian. La manera en que las mueve, sus gestos. No estoy muy segura de si un animador hubiera podido imaginarlas con ese detalle. Aunque hubiera visto a Simon por la calle y tratara de recuperar su imagen dibujándole. Por eso insisto en la idea de hiperrealismo que está detrás de Las golondrinas de Kabul, por encima de la idea de naturalismo. A mi juicio, el naturalismo es una convención que a menudo oprime a la imagen cinematográfica.

    ¿Y cómo organizaste las secuencias corales? Estoy pensando en la escena que abre ‘Las golondrinas de Kabul’, la lapidación de una mujer.

    Zabou Breitman– Es el mismo procedimiento. Los actores en el estudio no portaban piedras –eso lo añadimos en el proceso de animación–, pero la chica que interpreta a la mujer que lapidan sí llevaba burka. Su voz entrecortada es estremecedora. Ese momento fue muy intenso. Todos estaban interpretando, hablando entre ellos, comiendo pistachos, como si estuvieran en ese pedazo de calle de Kabul. A la hora de montar esa secuencia, utilizamos cada una de las escenas pintadas.

    Esa secuencia es impactante, pero también por la dificultad que se percibe.

    Zabou Breitman– Como te contaba, hubo momentos de mucha intensidad. En la escena en que Atiq le dice a Zunaira que le va a ayudar a huir, Simon, el actor que le da vida, lo dijo con lágrimas en los ojos. Fue un momento increíble.

    Esos años de represión talibán nos resultan lejanos y cercanos a la vez. El mundo se ha vuelto mucho más complicado con la llegada del siglo XXI: Siria, el Daesh, Trump, etc.

    Zabou Breitman– La que se cuenta en la película está en la novela de Khadra. Creo que tiene un peso en nuestro presente, y que es muy importante recordar el origen del dolor. Así ha sucedido y nuestra misión es recogerlo y hacer del pasado un testimonio artístico fundamental.

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