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    J.J. Abrams y su visión distorsionada de España en 'Undercovers'

    El creador de 'Perdidos' tira de tópicos y dibuja Madrid como una ciudad entre México y Colombia. Jaén, denominada como la cuna del vino Rioja.

    Parece que J.J. Abrams se ha quedado trastornado tras el final de 'Perdidos'. Si no, no se explica que en el episodio piloto de 'Undercovers' -que hemos visto gracias a Calle 13 Universal- salga Madrid como una mezcla entre México y Colombia, y Jaén como la cuna del vino Rioja.

    Los protagonistas de la serie, una pareja de ex espías de raza negra reconvertidos en propietarios de una empresa de catering, viajan a la capital española para rescatar a un compañero desaparecido en París. La rutina diaria y la falta de adrenalina han extirpado la química de su matrimonio, pero volver a ingresar en la CIA tras cinco años de retiro voluntario les hace recordar los buenos tiempos.

    Acento latino... ¡Y Atocha!

    París y Moscú, ciudades a las que también viajan durante el episodio, se ajustan a la realidad. No así España, que vuelve a tirar de tópicos como sucedió con 'Misión: imposible II' y su reinvención de la Semana Santa. Abrams pinta Madrid como una ciudad montañosa, repleta de edificios coloniales e individuos morenos de piel con el ya clásico acento latino. Tampoco falta la música flamenca y los esfuerzos lingüísticos de los actores para adaptar su verborrea yanqui al castellano. Pero no todo queda ahí. También hay monjas y cajas de ahorros con nombres sorprendentes e imposibles para España. ¡Hasta se menciona la estación de Atocha! (Menos mal que al final no aparece).

    Las investigaciones de Steven (Boris Kodjoe) y Samantha Bloom (Gugu Mbatha-Raw) les obligan a trasladarse a Jaén. Tampoco esperéis aquí una recreación fidedigna porque, según Abrams, es en esta localidad andaluza donde se hace el mejor vino de Rioja.

    Gran comienzo y formato clásico

    'Undercovers', que se estrena el 22 de este mes en la NBC, recupera el espíritu de 'Alias' y recuerda vagamente a 'Sr. y Sra. Smith' o 'Mentiras arriesgadas'. El desarrollo, aunque clásico, resulta impecable, y contiene uno de los inicios más impactantes que recordamos. Una persecución vertiginosa con saltos desde balcones y escondrijos para ocultar archivos que atentan contra la Seguridad Nacional.

    La acción languidece a medida que avanza el episodio y las actuaciones tampoco es que sean para tirar cohetes. La mejor escena de Boris Kodjoe consiste en una pelea con un matón de Europa del Este y Gugu Mbatha-Raw aparece ligera de ropa cada dos por tres. El episodio, que posee una estructura autoconclusiva, deja buen sabor de boca. La pregunta es: ¿Cómo evolucionará?

    Santiago Gimeno

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