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    'Las escalofriantes aventuras de Sabrina' es el equilibrio perfecto entre el satanismo y la adolescencia

    La serie protagonizada por Kiernan Shipka llega a Netflix el viernes 26 de octubre.

    El próximo 26 de octubre llega a Netflix Las escalofriantes aventuras de Sabrina, una adaptación de los cómics de mismo nombre que, a pesar de despertar algunas dudas al inicio, es considerada uno de los grandes estrenos del año. En SensaCine hemos podido ver los primeros episodios y podemos decir que, por muy conocido que sea el nombre de Sabrina, hace que te olvides de la antigua versión en los primeros diez minutos del primer episodio.

    El equipo de Roberto Aguirre-Sacasa -'showrunner' y creador de la colección de tebeos lanzada en 2014- ha desarrollado un producto protagonizado por adolescentes que, sin embargo, funciona a la perfección para espectadores de todas las edades. Gran parte del mérito es de Kiernan Shipka, la actriz elegida para dar vida a la bruja.

    Muchos la recordarán por ser Sally, la hija del atormentado Don Draper, en Mad Men. A pesar de ser una niña y tener un papel secundario, Shipka ya dio pistas de sus dotes para la actuación y ahora, tres años después del final del drama de Matthew Weiner, demuestra que puede llevar el peso de un papel protagonista de este tamaño. Da gusto ver cómo se enfrenta a criaturas demoniacas de todo tipo sin caer en el histerismo ni el pasotismo total, sino en su justa medida.

    En definitiva, eso es Las escalofriantes aventuras de Sabrina, una serie muy equilibrada. Se desarrolla en un ambiente satánico, donde hay muertes violentas, posesiones y acoso escolar; pero, al mismo tiempo, tiene diálogos muy divertidos, cargados de humor negro.

    La inevitable comparación

    Es imposible no pensar en Sabrina, cosas de brujas al comenzar a ver la producción de Netflix. La versión de Melissa Joan Hart ha calado tanto en la historia de la televisión que la comparación entre series es inevitable. Pero lo cierto es que no hay por donde empezar porque son tan diferentes que lo único que comparten es el nombre y el gato Salem. Las escalofriantes aventuras de Sabrina son una adaptación directa de los cómics de Roberto Aguirre-Sacasa y se saltan directamente la serie de los 90.

    Aún así, hay ciertos elementos que despiertan la nostalgia. El quinto capítulo es una divertida aventura en la que la joven bruja tiene que atrapar a un demonio onírico pasando por los sueños de sus familiares. Este episodio rompe tanto con los anteriores, que nos traslada directamente a esos problemas que provocaba la antigua Sabrina por practicar magia sin tener los conocimientos necesarios. Se agradece este regreso a la infancia. Y mucho.

    Otra de las cosas que conduce irremediablemente a la comparación es Salem. En la ficción de Netflix no dice ni una sola palabra -al menos hasta donde hemos podido ver-. Es el compañero inseparable de la bruja, pero ya ha dejado de ser el foco de los chascarrillos, lo que es un movimiento muy inteligente por parte del equipo de guionistas. Al fin y al cabo, el gato era el elemento más característico de la ficción original y, además de ser prácticamente irrepetible, quizás ya no encajan tan bien las bromas sobre José Luis Perales.

    El feminismo

    La generación posmilenial está tan íntimamente ligada al feminismo y la igualdad en todas sus formas que el hecho de incluir tramas inclusivas no es una cuestión debatible. Por ello, que Las escalofriantes aventuras de Sabrina incluya un primo gay, una amiga de género no binario -o, al menos, eso creemos, ya que no lo especifica- o un club exclusivo de mujeres que lucha por causas injustas ya no es destacable. Es y punto.

    Tampoco podía ser de otra manera. La brujería y el feminismo van de la mano. ¿Qué fue la caza de brujas si no una persecución a aquellas mujeres que se salían de las reglas de la iglesia católica? Aunque también hubo hombres condenados, se creía que las mujeres tendían más al pecado y a la influencia de Satán. En definitiva, eran, en muchos casos, víctimas de la persecución por el simple hecho de ser mujeres. Que Roberto Aguirre-Sacasa le haya dado la vuelta y haya utilizado esta metáfora en un ambiente de instituto es absolutamente brillante.

    Lo mejor: Kiernan Shipka

    Lo peor: Que pueda caer en algunos estereotipos con algunos personajes secundarios

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