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    Albert Solé ('Examen de conciencia'): "La esencia del problema es la impunidad de la que gozan"

    La nueva serie documental de Netflix que explora los abusos sexuales en la Iglesia Católica española se estrena al completo este viernes 25 de enero.

    Este viernes 25 de enero Netflix estrenará los tres episodios que conforman Examen de conciencia, una serie documental desarrollada y dirigida por el famoso experto en el género Albert Solé, ganador del Goya a Mejor película documental en 2009 por Bucarest, la memoria perdida.

    En ella, a través de los desgarradores testimonios de varias víctimas, de la experiencia de otros investigadores y de los relatos también de acusados y portavoces de instuciones de la iglesia, se exploran a fondo varios casos de abusos sexuales a menores y que fueron encubiertos de forma sistemática por la Iglesia católica en España durante años. 

    Hoy día, aún en una sociedad más consciente de esta realidad, la mayoría de los casos ya habían prescrito en el momento de ser denunciados y la impunidad de los abusadores, a excepción de algunos casos, es total y desgarradora. Tanto es así que el propio Albert Solé ha descrito su trabajo en Examen de conciencia como el "reto más complicado de su carrera" y SensaCine ha tenido la oportunidad de hablar con el director más a fondo sobre su delicado proyecto.

    ¿Qué te llevó a elegir este tema como objeto de tu nuevo documental?

    Son de esos temas que, supongo, a un periodista siempre le arden por dentro. Tantas veces hemos especulado, y sobre todo cuando hemos visto noticias en otros países que empezaban a tirar de la manta, que piensas: 'Pues si ahí han empezado a tirar de la manta, ¿cómo será en nuestro país?'. Luego, cuando vimos Spotlight, nos pareció que era una lección de periodismo básico, que es "en vez de mirar los problemas desde aquí, míralos desde otra perspectiva y verás el sistema". Y esa ha sido la intención: relacionar varios casos y ver que en todos se dan las mismas variables: encubrimiento, indefensión de las víctimas, etcétera. Que se va repitiendo un patrón, como si todos los encubridores hubiesen leído el mismo manual de estilo.

    Cuando Netflix anunció Examen de conciencia, en la comunicación se incluía una cita tuya en la que admitías haberte enfrentado al "reto más complicado de tu carrera". ¿Por qué?

    Sin duda, ha sido el trabajo más sufrido. Yo combino trabajos a los que llamo happy, como hacer una investigación en la Antártida, y luego cuando me meto en fregaos, como en prisiones. Pero nunca había sufrido tanto como ahora. La relación con las víctimas ha sido muy complicada. Las presiones que hemos recibido han sido muchas. Ha habido muchos obstáculos que hemos tenido que superar. Y eso ha puesto a prueba toda la estructura.

    Sigue habiendo miles de casos por descubrir

    ¿Cómo comienza tu trabajo? ¿Cuál es el punto de partida para empezar a tirar del hilo?

    El punto de partida es relacionar los múltiples casos que había en España y presentarlo como un todo. A partir de ahí, empezamos a tirar de los casos. Algunos eran conocidos, pero a las víctimas no se les había dado la oportunidad de hablar. Otros estaban aún por descubrir, como siguen estando miles por descubrir. Y entonces lo interrelacionas todo e intentas dar un mensaje de que hay muchos más de los que nos imaginamos y que, además, todas las instituciones religiosas los encubren de la misma manera.

    Netflix

    El relato de Miguel Hurtado es hilo conductor de la docuserie. ¿Cómo comienza la relación con él? ¿Es a partir de su trabajo contigo cuando decide contar su historia?

    Sí. A Miguel lo conocía porque ya había dado alguna entrevista en televisión y fui a conocerle a Londres. Me pareció el personaje idóneo para convertirse en nuestro conductor. Primero, porque lo hace muy bien, porque es un hombre que ha trabajado como activista, y luego porque es una víctima y aún no había revelado su caso. Y, efectivamente, nos pusimos de acuerdo para que fuese esta serie de Netflix dónde el acabase revelando quién había sido su abusador y todo lo que había detrás. Porque ya no es tanto el nombre en sí del abusador, sino que quien lo ha encubierto ha sido una de las instituciones más representativas de la Iglesia Católica.

    ¿Cómo entras en contacto con el resto de personas que dan sus testimonios? ¿Hay personas que os contactan directamente para ofrecerse voluntaria a contribuir con su relato?

    Ahora es cuando está empezando a pasarnos. De los que aparecen ninguno nos vino a ver, sino que fuimos nosotros a verlos, entre otras cosas, porque le estás pidiendo muchísimo a alguien que día a día lleva esa cruz, nunca mejor dicho, y la lleva a rastras y convive con el trauma tanto como puede. Y que te venga alguien de televisión a pedirte que cuentes tu historia y que encima lo hagas delante de la cámara es algo muy difícil. A veces, cuando parece que está todo hecho, se lo vuelven a pensar y les entran los miedos. Con un caso nos pasó que después de haber estado rodando la entrevista, se lo pensó mejor y nos dijo que no.

    Por mucho callo que tengas, hay momentos en que las historias te tocan muy profundamente

    Además también vemos los relatos de la otra parte, como el de Joaquín Benítez, el ex profesor de los Maristas condenado por abusos sexuales. ¿Cómo se consigue que se pongan delante de la cámara?

    Curiosamente, ese no ha sido el más difícil, pero ha sido difícil. Hemos invertido más de un año yéndole detrás, de intentar seducirle y de aguantar sus historias durante horas y sus justificaciones, diciendo 'Sí, sí, Joaquín, lo entiendo. Sí, sí, el sistema… Pero tienes que ponerte delante de la cámara'. Eso ha sido lo complicado y nos ha llevado más de un año porque lo queríamos sentado, con imágenes de recurso, y eso suponía convencerle para que viniese tres días a una casa que habíamos alquilado para que él se sintiese cómodo y poder rodar todo lo que teníamos que rodar.

    ¿Necesitaste "prepararte" de algún modo para conducir una entrevista de estas características o es algo que ya te venía dado debido a tu experiencia?

    Tengo bastante callo, la verdad. He sido reportero muchos años, he cubierto muchas guerras, he trabajado en prisiones con asesinos… Así que el callo ya lo tenía. Pero es verdad que, por mucho callo que tengas, hay momentos en que las historias te tocan muy profundamente. En este caso, ver el sufrimiento de la gente, y saber que ese sufrimiento está profundamente anclado, pues obviamente te toca. Esa es una de las preguntas que uno tiene que hacerse: “¿Cuál es la distancia emocional con el sujeto? En este momento me está contando unas cosas que, como ser humano, yo le rompería la cara, pero, como profesional, tengo que aguantar y escuchar. Para mí, Joaquín Benítez es un personaje de la serie y le tengo que tratar con el mismo respeto con el que he tratado a los demás.

    Tras haber pasado tantas horas con él, ¿crees que de verdad cree que lo que ha hecho no es para tanto?

    Yo que he trabajado en prisiones, en el 'ABC' de toda persona que esté pagando una pena, lo primero es que es inocente, lo segundo es que no es para tanto, y luego, cuando trabajan con ellos en las terapias de reinserción, es cuando se desactivan los mecanismos de defensa. Él está en la fase mecanismo de defensa. Supongo que cuando entre en la cárcel y si empiezan a trabajar con él, un día le harán ver que sí es para tanto. Es para mucho más.

    Netflix

    ¿Cómo es posible que siga existiendo esa impunidad hoy en día, después de todo lo que se sabe?

    Creo que tiene que ver con la capacidad de control de la Iglesia Católica en la sociedad española. Con que más del 30% de la educación esté en sus manos, con que tengan un sistema judicial propio, con que tengan un concordato que les exime de pagar impuestos, etcétera. Esa es una relación que hay que revisar ya, porque no puede ser que tengan estas prerrogativas. Son esas prerrogativas las que les llevan a esa impunidad.

    Queda claro que la iglesia tiene un procedimiento para actuar y encubrir estos casos.

    Parece que todos hayan leído el mismo manual.

    ¿Ha de tener la Iglesia una responsabilidad mayor legalmente y todo lo que eso conlleve o es una utopía?

    Es un problema de reglas. Actualmente hay una ley de prescripción que es muy fácil saltarse, y ahora entrará una nueva ley de prescripción que será un poco más complicada. Ahora el delito puedes empezar a denunciarlo en la mayoría de edad y, si es un delito menor, al tener 23 años ya ha prescrito. Así que lo único que hace la Iglesia es pagar, esconder al tipo, intentar convencerte para que pasen cinco años.

    Ahora todo eso ha cambiado, se ha alargado mucho el término de prescripción, pero sólo se soluciona una parte del problema. La esencia del problema es la impunidad de la que gozan. Ellos se sienten amparados y protegidos y no sólo por las leyes, que es una parte importante, sino por un tema de control social. Somos nosotros los que tenemos que exigirles transparencia, rigor y asunción de responsabilidades. Como está sucediendo en Estados Unidos, donde la Iglesia Católica ha pagado indemnizaciones judiciales de miles de millones de dólares. Se han arruinado, ¿y qué menos?, si le has arruinado la vida a miles de personas. Asume tus responsabilidades, paga por ellas, limpia lo que tengas que limpiar y vuelve a emerger como una Iglesia Católica renovada.

    ¿Sabes cómo afectará a las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia Española la Ley contra la Violencia en la infancia cuya aprobación están tratando de acelerar víctimas, como el pianista James Rhodes, y diversas ONGs? ¿Cómo se consigue justicia para las víctimas del pasado?

    No será retroactiva esa ley. Lo que sí ocurrirá es que, al ampliar los plazos, algunos de los que hasta ahora no habían podido denunciar, sí podrán hacerlo. Por ejemplo, la casuística de una de las víctimas que aparecen en la serie hace imposible que pudiese denunciar su casi ni tan si quiera con la nueva ley. La nueva ley es un paso, pero no soluciona la enteridad del problema.

    ¿Qué historia te gustaría contar ahora?

    Pronto voy a contar el secuestro más mediático de la historia, el de James Foley en el Estado Islámico, desde los ojos de un periodista español que estuvo allí y que hala de la solidaridad y sobre la fragilidad del ser humano.   

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