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    It's my Party (Fiesta de despedida)
    Críticas
    2,0
    Pasable
    It's my Party (Fiesta de despedida)

    Decir adiós

    por Diana Albizu

    Desde los títulos de crédito iniciales, 'Fiesta de despedida' deja claro de forma crístalina de qué va la cosa: uno de los miembros de una pareja homosexual le comunica a su compañero que ha dado positivo en un test del VIH. Y es que la película escrita y dirigida por Randal Kleiser (director de 'Grease' y 'El lago azul') es, junto a la más famosa y oscarizada 'Philadelphia' (Jonathan Demme, 1993), uno de los primeros filmes en abordar el sida de frente. Por desgracia lo hace con una estética y procedimientos argumentales más propios de un telefilme de sobremesa que de una visión cinematográfica, pero el eficiente trabajo de los intérpretes (incluida Olivia Newton-John) y la lucha constante por huir de tremendismos lacrimógenos hacen que el esfuerzo deba ser reconocido.

    Un año después de que Nick (Eric Roberts) fuera diagnosticado y la relación de pareja que mantenía con Brandon (Gregory Harrison) terminara de forma abrupta, su debilitado sistema inmunológico y memoria cada vez más dañada llevan a detectar que sufre leucoencefalopatía multifocal progresiva o LMP como consecuencia de la infección de VIH. Decidido a no degenerar delante de sus seres queridos, Nick organiza una fiesta de despedida antes de quitarse la vida. El tema está tratado con entereza, pero no se libra de los esperables momentos de sentimentalismo superficial, sin profundizar en reflexiones útiles sobre la muerte, la amistad y la familia; en su lugar, mantiene un tratamiento emocional típicamente hollywoodiense que termina repeliendo por agotamiento.

    A favor: El importante valor simbólico que supuso mostrar a un enfermo de sida muriendo con dignidad.

    En contra: Aunque la película intenta ser elegante y natural, le falta entidad en la puesta en escena.

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