Crítica de SensaCine.com para Vete y vive: Éxodo etíope

La filmografía del rumano Radu Mihaileanu podría bastarse por sí sola para rellenar todo el temario anual de una asignatura escolar de ética, tolerancia y multiculturalismo. Tal es el compromiso del cineasta con la concienciación social, siempre a través de historias vitalistas pero repletas de sufrimiento humano, donde sus personajes deben hacer frente con gran estoicidad a las inclemencias que les tiene reservadas el destino. 'Ve y vive' (Premio del Público en el Festival de Berlín) es ejemplar en ese aspecto, pegándose a la vida de un niño etíope de 10 años al que, durante el éxodo falasha de Etiopía a Israel en 1984, su madre le obliga a hacerse pasar por judío para que pueda tener una nueva vida en Jerusalén.

Así sucede, y el protagonista ahora conocido como Scholomo es adoptado por una familia judía, burguesa y progresista, que le acompañará durante su adolescencia y juventud, cargadas de dudas sobre su auténtica identidad, problemas con las autoridades judías, nostalgia de su auténtica madre y diversas muestras de intolerancia. La narración de Mihaileanu es ágil, pero no evita caer en todos los recursos sentimentaloides que se le ponen por delante. Al quitar la cáscara, sólo queda la concienciación y cierta catársis emocional; cero cine, nada de arte.

A favor: La narración tiene músculo y unas elipsis interesantes.

En contra: El hiper-efectista zoom de elejamiento final.