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    Ritmo salvaje
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Ritmo salvaje

    Hacia el rap desde "La Iglesia"

    por Covadonga G. Lahera

    En Idlewild, una localidad de Georgia, crecen el par de protagonistas de Ritmo salvaje. Corren los años treinta y ambos permanecen unidos gracias a su amistad y a la música y pese a sus diferentes procedencias: la familia de Percival es propietaria de una funeraria; la de Rooster, de un negocio de contrabando de alcohol. Al primero le vuelven loco las teclas del piano mientras que el segundo es un showman que lleva la voz cantante en un local algo marginal llamado "La Iglesia". No hay mucho nuevo bajo el sol, sobre todo a raíz de la irrupción en sus vidas del gánster desestabilizador al que interpreta Terrence Howard.

    Es un filme que sigue la línea de las inmediatamente anteriores Get Rich or Try Dyin' (con 50 Cent) o Hustle & Flow (también con Howard en el plantel) y cuyo interés, más anecdótico que otra cosa, reside en que está protagonizado por los componentes de Outkast (Big Boi y Andre 3000). Dirigida por Bryan Barber (responsable de algunos videoclips del grupo), que también firma el guión, posee un par más de elementos curiosos, y aparatosos: juega con el montaje como si estuviera haciendo "scratching" con vinilos y, especialmente en el arranque, juega con técnicas animadas. Pese a estas fórmulas llamativas, el resultado no brilla demasiado y es una crónica bastante ya vista de músico hecho a sí mismo.

    A favor: Cuando integra en los créditos iniciales material de archivo y muestra su afán juguetón con el montaje y la animación, aunque esto a la larga no funcione.

    En contra: Su poco carisma como relato y que acabe cayendo, pese a tratar de rehuirlos, en los tópicos del biopic. Los números musicales tampoco son reseñables.

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