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    Paranoid Park
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Paranoid Park

    Dostoevsky en skate

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Si en su ‘trilogía de la muerte' –‘Gerry' (2002), ‘Elephant' (2003) y ‘Last Days' (2005)- Gus Van Sant hacía del paseo errante el mecanismo sobre el que articulaba cuestiones en torno a la objetividad y a los conceptos de espacio y tiempo en el cine contemporáneo, ‘Paranoid Park' no busca ahondar en aquellas laberínticas formas de la distancia. Todo lo contrario: la penúltima obra del estadounidense supone el acercamiento, paradojas, a la inescrutable subjetividad humana. Por esta razón, la película ejerce más bien de epílogo al enigmático tríptico previo. La duplicidad de la persona, la irracionalidad criminal, la locura y la culpa, motivos ahí presentes, reaparecen aquí en el personaje de Alex, un adolescente al que un asesinato fortuito trastoca su existencia. Van Sant cuenta con Christopher Doyle como director de fotografía para potenciar visualmente al máximo la maraña de la mente del joven: las imágenes en super 8 funcionan como scketches oníricos, exaltaciones del deseo; los insertos en digital, completamente antagónicos, indican que, pese a la tragedia y la mentira, el mundo sigue girando; y entre medio, el 35 mm asume ese espacio desde donde Alex trata de reconstruir el relato de su crimen, en lucha contra sus propios fantasmas. Una cinta sobrecogedora y fascinante.

    A favor: La gran construcción estética de Van Sant en torno a conceptos tan conflictivos como la culpa o la locura.

    En contra: Que no se entienda su carácter de epílogo a la ‘trilogía de la muerte'.

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