Muriel, François y René se dedican a robar abrigos de piel para repartirlos entre los obreros de su vecindario. Sin embargo, un día se ven obligados a abandonar esta vida, después de matar a un joyero en un aparcamiento. Años después, volverán a encontrarse cuando secuestran al hijo de Muriel, con la intención de conseguir como sea el dinero del rescate.