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    Pánico en la granja
    Críticas
    3,5
    Buena
    Pánico en la granja

    Espasmos de fantasía naíf

    por Mario Santiago

    La premisa puede resultar desconcertante: los protagonistas de 'Pánico en la granja'son un cowboy, un indio y un civilizado caballo parlanchín que actúa como el menosanimal del grupo; es lo más parecido al patriarca del clan. Para enredar más la cosa,estas tres criaturas, arrancadas de un western y plantadas en la Bélgica más campestre(también podría ser Francia), están hechas de plástico y su movilidad es apenas mayorque la de un click de Playmobil. Y para rematar el asunto, las tres carismáticas figurillasprotagonizan una surrealista aventura que, como en un compendio de las novelas deJulio Verne, les llevará al centro de la Tierra, al Polo, al mundo submarino y de vueltaa su pacífica y rústica granja. A estas alturas, va siendo hora de concretar que estamosen el universo animado de los directores belgas Stéphane Aubier y Vincent Patar, quellevan a la gran pantalla los personajes de la serie de televisión que dirigieron en 2002-2003.

    La propuesta del dúo parte de una cierta ilusión nostálgica: 'Pánico en la granja' pareceuna película que podría haber dirigido un niño, con su buscadamente ortopédico usode la animación por stop-motion, su fantasía sin límites y sus referentes de raigambrepopular. El dúo defiende que la suya es "animación punk", aunque a ratos parece máscercana al pop; por ejemplo, a los video-clips de Michel Gondry para su grupo Oui Oui.Aunque, en esencia, la estrategia de 'Pánico en la granja' hace pensar en el cine de lafactoría Aardman o en la reciente 'Fantástico Sr. Fox', de Wes Anderson. Como en esoscasos, Aubier y Patar se apropian, de forma autoconsciente, de los clichés y arquetiposde ciertos géneros fílmicos (el western, el cine de aventuras, la comedia) y los hacencolisionar contra una colosal bocanada de aire naíf: un espíritu primitivo que celebra laartesanía pre-digital.

    En todo caso, la apuesta de 'Pánico en la granja' no deja de ser radical. En perpetuoplano general y renunciando a explotar la gestualidad facial de sus personajes, lapelícula se entrega a un delirio convulso, descerebradamente agitado: pura poesíaespasmódica; una oda a la fantasía táctil, rugosa. En el mundo de 'Pánico en la granja',los árboles son azulgrana, los cielos parecen pintados por Van Gogh, los granjeroscomen rebanadas de pan con Nocilla del tamaño de una mesa familiar y los científicoslocos (trasuntos del profesor Tornasol) conducen un vehículo/pingüino gigante queparece homenajear al entrañable Pingu. Y es que, con sus altos y bajos, pero sobretodo en su pletórico tercio final, esta toy story encantadoramente neurótica tiene comoobjetivo alimentar nuestra imaginación y restituir nuestra capacidad para el asombro,mermada por demasiadas horas de banal entretenimiento digital.

    A favor: La sublime persecución/número-musical protagonizada por los tresprotagonistas y una tropa de hambrientas barracudas al ritmo de "I Wanna Be YourPussycat", de Lightning Beat-Man & His No Talent.

    En contra: El jolgorio constante genera una cierta barrera para la emoción.

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