Crítica de SensaCine.com para La Flor de mi secreto: Enredos color carmesí

La filmografía de Pedro Almodóvar no tiene sus momentos más brillantes durante la década de los 90 y, como ocurre con la anterior 'Kika' (1993) y la posterior 'Carne trémula' (1997), la afectación formal del cineasta manchego no consigue salvar las flaquezas argumentales y actorales de 'La flor de mi secreto'. No hay duda de que el cineasta manchego es un maestro de la dirección de actores, pero en esta ocasión parece que dos registros distintos convivan en la misma película, creando disonancias que son más frustrantes que productivas o sugerentes. Mientras la protagonista Marisa Paredes parece vivir en una de las novelas rosa melodramáticas que escribe bajo el pseudónimo de Amanda Gris y un terrible Juan Echanove le da la réplica, hay una divertida comedia familiar escondida en el poco metraje restante que les queda a Chus Lampreave y Rossy de Palma.

En cuanto al cúmulo de atentados que el guión practica contra la verosimilitud en lo concerniente a las relaciones laborales y sentimentales de la protagonista es mejor correr un tupido velo, ya que la intención de Almodóvar parece ser amoldarse a la suspensión de incredulidad característica de la literatura de garrafón. Por mucho que haya momentos de genio visual o interesantes apuntes de obras posteriores ('Todo sobre mi madre', 'Volver'), pero hay tanto por pulir, las citas llegan tan enunciadas y los diálogos son tan pretendidamente artificiales que es imposible no desconectar y alejarse del drama a golpe de carcajada incrédula.

A favor: El concurso de gritos que sale en la televisión, por supuesto.

En contra: Marca un bache profundo en la carrera del cineasta.