Hermanos y amigos
por Xavi Sánchez PonsDicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Y en casos como el de Edward Burns es cierto. En 1995 debutó y se alzó con el premio a la mejor película en el festival de Sundance con Los hermanos McMullen, galardón que le sirvió para convertirse en la gran esperanza blanca del cine indie norteamericano. Dieciocho años después, Burns es un actor y director del montón. Y su debut sigue siendo su mejor película.
Esta historia sobre tres hermanos de origen irlandés y sus dimes y diretes entre ellos y sus novias, posee buenos diálogos, y logra reflejar la realidad del día a día de unos personajes en busca del amor de su vida. La realización, aunque algo tosca es más que digna, y la película se beneficia de unos actores, la mayoría desconocidos en el momento se su estreno, que logran hacer creíbles sus personajes de gente corriente con problemas afectivos. A su favor también juega la ciudad Nueva York, utilizada casi como un personaje más de la historia.
A favor: la naturalidad que despiden los actores
En contra: sus guiños a la comedia romántica