Es extraña la sensación de confusión, de sentirse perdida por no poder seguir la trama aún a sabiendas de que ésta no es complicada pues, en el fondo, quién se pringa acaba manchándose, tome el camino que tome; hasta que descubres que estás tan distraído y despistado como nuestro protagonista, nuestro héroe vespertino que se encuentra en una partida de póker donde todo son faroles, jugando a un juego de mayores del que no sabe nada, pagando la novatada de aquél que va de listo, en medio de una decisiva jugada de ping-pong donde todos controlan la bola menos él mismo, carambola mortífera donde todos salen ganando y él acaba estrellado con sus huesos en la cuneta. Emociona por tratarse de un hecho real, vida actual de una persona con emociones y un proyecto de futuro, por la desvergüenza de unos presentes que no tienen miramiento ni pudor a la hora de salvar su propio cuello, caiga quién caiga siempre que no sea yo; anhelada justicia siempre desaparecida y nunca encontrada, símbolo de una forma de proceder que ya no impresiona lo debido dada su reiterada aparición en nuestra mal-acostumbrada sociedad. Grito de auxilio proveniente de la eterna pregunta..., por qué dije que si?, por qué me metí en esto?, cómo salgo de esta pesadilla?, que te llevan irremediablemente a profundizar más y más en el caos para acabar en medio de un irreparable desastre del que difícilmente podrás salir indemne e ileso. Elegir bando y ser fiel a un país nunca fue tan caro, patriotismo pocho que se vende con orgullo pero que huele muy mal; aunque, pensándolo bien, toda la partida empieza por el codiciado Don Dinero, elección voluntaria de uno mismo y excusa perenne para todo tipo de atropellos y atrocidades. Si no aceptas la posibilidad de mancharte no empieces una comida sin mantel, platos ni cubiertos y con unos comensales de dudosa reputación probada. Más vale comer sólo, de pie y no elegir mesa; elijas lo que elijas, el error está asegurado. Trileros profesionales no tienen tanta argucia ni tan mala sangre para aprovecharse de una incauta y torpe persona!!! Respecto la parte técnica, es la narración de unos hechos concretos desde un punto de vista, una más fructuosa elección de bando que se apoya en la presencia física y en la fuerza interpretativa de Gilles Lellouche, al lado de quien el resto apaga su actuación y pasa a un segundo plano; importa él, su historia y su devenir, que su verdad se haga pública y recibir, al menos, un merecido reconocimiento por años negado.