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    Dylan Dog: Los muertos de la noche
    Críticas
    1,5
    Mala
    Dylan Dog: Los muertos de la noche

    Banalización de un glorioso fumetti

    por Quim Casas

    Los cómics europeos trasladados al cine norteamericano casi nunca acaban de funcionar, e incluyo a Spielberg y Tintín. La última demostración es esta adaptación realizada por Kevin Munroe (responsable de un filme de animación de las tortugas ninja mutantes) del cómic creado por el guionista Tziano Sclavi en 1986 para Sergio Bonelli, la macro-editorial de fumetti. Dylan Dog es un personaje de considerable interés, uno de los muchos detectives de lo paranormal que han poblado la literatura, el cine y el cómic fantástico. Pero sus valores deben leerse en clave de tebeo italiano popular, lo mismo que el western 'Tex' o los misterios del enmascarado 'Diabolik', y su traslación al cine estadounidense, aunque sea en clave de serie B más casposa que barata, no funciona en ningún momento.

    No se trata de que el actor que incorpora a Dylan Dog sea malo o poco expresivo, que la narración esté mínimamente vertebrada y los efectos especiales sean tan evidentes como previsibles; de todo eso se nutrió la estética y la mítica de la serie B clásica, donde las transformaciones de licántropos eran espantosas, los actores del cine de horror hacían reír y las estructuras narrativas brillaban por su ausencia.

    Pero Munroe no saca partido a esta tonalidad algo anacrónica, algo vintage, no sabe resituarla en el universo cinematográfico digital en el que vivimos, ni siquiera como un ejercicio de reivindicación del cine de género interconectado con el exploit. Y la serialidad del cómic original no logra transcribirse en ningún momento en unas imágenes frías, desangeladas, sin misterio ni turbación aunque estemos hablando de un thriller paranormal, en las antípodas, pues, de lo conseguido por Guillermo del Toro en sus adaptaciones del cómic de Mike Mignola 'Hellboy'.

    Quedan rastros de las historias originales, momentos espúreos desperdigados entre imágenes deshilachadas: ya que Dylan Dog se enfrenta contra zombis, hombres-lobo y humanos que consumen sangre de vampiros, no es de extrañar que use nudillos de plata para golpear a los licántropos ni balas con punta de madera para eliminar a los vampiros. Son detalles de guión, más que de realización, que otorgan algo de breve encanto a una película que carece de muchos más alicientes.

    A favor: que a veces parezca una parodia de sí misma, aunque sin demasiada gracia.

    En contra: la escasa tensión y misterio en una historia que se supone tensa y misteriosa.

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