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    El árbol de la vida
    Críticas
    5,0
    Obra maestra
    El árbol de la vida

    Las manos y los pies

    por Carlos Losilla

    En el cartel promocional de 'El árbol de la vida', las manos de un adulto acogen los diminutospies de un bebé. Pues bien, toda la película de Malick, incluso diría que toda la filmografía deMalick, están contendidas en esa imagen a medio camino entre el candor y la trascendencia.Ya en su momento, 'Días del cielo' (1978) fue acusada de esteticista y vacua. Y tanto 'La delgadalínea roja' (1998) como 'El nuevo mundo' (2005) fueron víctimas de suspicacias varias, casi todasellas centradas en la banalización del tema. Fuera la Segunda Guerra Mundial o la conquistade América, Malick interiorizaba tanto las imágenes que podían llegar a parecer insustanciales,falsamente poéticas. Son los pies del bebé en las manos del adulto: todos los equívocosque se han formado alrededor de 'El árbol de la vida' tienen que ver con eso, con nuestraincapacidad para comprender la confrontación entre lo grande y lo pequeño, entre la Historiay lo cotidiano.

    Dejemos aparte a Heidegger, a Emerson y todo el bagaje filosófico que suele asociarse con laobra de Malick. En 'El árbol de la vida', estructurada en tres movimientos de inspiración musical,transitamos de la formación del universo a la representación imaginaria del limbo pasandopor la evocación de una infancia en la que se concentra el significado de toda una vida. Nohay énfasis alguno en todo ello, sino únicamente osadía. ¿Por qué no hacer una películaambiciosa? ¿Por qué no hacer una película que quiera acercarse al enigma de la vida? ¿Y porqué no cifrar este último tanto en los grandes acontecimientos como en los pequeños detalles,las manos grandes y los pies pequeños? El cine de Malick ha evolucionado desde su primerapelícula, 'Malas tierras' (1973), y ahora no sólo le interesan los gestos mínimos, los trigales alviento, los reflejos del sol, sino también un dinosaurio que pisa el cuello de otro, un detalleconmovedor perdido en la inmensidad de la evolución del mundo. ¿Cómo hallar esos instantesde la gran historia, de nuestro gran imaginario, y representarlos?

    Esa es la intención de Malick cuando perfila la historia de dos hermanos como si se tratarade un episodio bíblico. Primero, se forma el mundo, por lo tanto debemos ver el big bang(primer movimiento). Después, dos niños aprenden el significado del bien y el mal, delpecado y la gracia, y se forma la conciencia (segundo movimiento). Y, en fin, esa concienciase expande, se rarifica, se convierte en la pesadilla contemporánea, en los recuerdos delhermano superviviente, en medio de un universo en descomposición, y en la continuacióndel enigma, de los muertos invocados que reaparecen, de la memoria que resucita (tercermovimiento). Malick duda, se equivoca, filma el azar y el destino, va más allá del cine,narrativo o experimental, porque borra las fronteras. Lo suyo es pensamiento, divagación,reflexión. Y eso, traducido en imágenes, da lugar a una de las pocas obras imprescindibles queha dado por ahora este siglo ya convulso.

    Lo mejor: La irresponsabilidad de Malick.

    Lo peor: Las inútiles polémicas que está provocando.

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