Agallas

Sebastián acaba de salir de la cárcel y ya piensa en volver a delinquir. Su objetivo, conseguir trabajo en la empresa gallega: Isolina, productos de Mar. Sospecha que le compañía se trata en realidad una tapadera, pues el dueño, Reiguera, tiene un coche demasiado lujoso para dedicarse unicamente a la venta de pescado. Hábilmente Sebastían se hace amigo de Raúl, el encargado, lo que le asegura un contrato. El jefe, en un primer momento no confía en él, pero se da cuenta que el joven tiene agallas y lo recluta como nuevo ayudante. Sebastián poco a poco se hará con su confianza, pero sin percatarse de que se está introduciendo en un mundo, donde él es un simple peón en una complicada partida a vida o muerte.