Es muy temprano, el reloj apenas marca las cinco de la mañana. Un tren se dirige a toda velocidad hacia Berlín y aminora su marcha cuando entra en la estación. Es muy temprano y la ciudad apenas se ha levantado todavía; sin embargo, empiezan a verse los primeras señales de vida. Es un día como otro cualquiera en la ciudad Alemana, un día que amanece lleno de actividad.
Walther Ruttman se sirve de una sinfonía de Edmund Meisel para acompañar este documental mudo. El tratamiento de la estética y los múltiples encuadres y movimientos de la cámara ofrecen una mirada muy personal de la ciudad.