Crítica de SensaCine.com para Las manos en el aire: Los 400 golpes de la inmigración

La película de Romain Goupil comienza en el año 2067, donde la anciana Milana nos lleva hasta el flashback que compone la película y se desarrolla en 2009 en París. Allí es donde la pequeña Milana, inmigrante chechena, vive su infancia junto a un peculiar grupo de niños, también hijos de inmigrantes, que forman una cuadrilla digna de Enid Blyton. Los chavales viven sus aventurillas y diseñan sus travesuras con normalidad, hasta que un día uno de ellos es deportado junto a sus padres. Entonces, la película se descarría y empieza a enseñar sus cartas de forma demasiado evidente, haciendo de la crítica de la política de inmigración francesa (extendible a la de toda la Europa "rica y próspera") su única razón de ser.

Lejos quedan las secuencias de la primera parte del film, donde cierto espíritu truffautiano se apoderaba de las imágenes de los niños, retratados sin intrusismo y con naturalidad por la cámara. Así, podemos decir que 'Las manos en el aire' está escindida, rota por la realidad social igual que las vidas de sus jóvenes protagonistas. Pero sin que esa ruptura se perciba como algo orgánico, sino demsiado orquestado por Goupil desde detrás de las cámaras. Con todo, pese a la bochornosa deriva de los últimos 30 minutos de película, se agradece el intento de acercarse al cine social con menos ínfulas de lo que es habitual en los realizadores con ganas de sermonear.

A favor: La presencia e interpretación de Valeria Bruni Tedeschi.

En contra: El director está demasiado pendiente de su mensaje político.