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    Another Year
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Another Year

    Triste luz de fin de año

    por Gonzalo de Pedro

    Presentada en el Festival de Cannes hace dos años, la nueva (es un decir) película del británico Mike Leigh continúa con su trabajo de radiografía de la clase media británica a través de las hechuras del melodrama. Tomando como pivote central a una pareja adulta que, tras muchos años de convivencia, han ido edificando una familia sólida, compenetrada y estable, Leigh recorre los alrededores de esa pareja, poblados de seres inestables, que se tambalean por el abismo de la depresión, la desesperanza, la soledad y la melancolía. Sin caer en el retrato maniqueo que su compatriota Ken Loach acostumbra a hacer de los conflictos de clase, Leigh esconde bajo el aspecto de un melodrama cotidiano un profundo análisis crítico de un sistema económico, social y político incapaz de asegurar la felicidad y el bienestar ni tan siquiera a quienes viven en las clases acomodadas de la sociedad. "Todos somos universitarios", dice al principio de la película unos personajes: y así es. Todos, o casi todos, los protagonistas de la película pertenecen, no a las clases bajas tan queridas por Loach, sino a esa clase media, no especialmente pobre, no especialmente rica, que pudo acceder por primera vez a todas las ventajas del estado del bienestar, y que con el paso de los años ha ido viendo como esos privilegios no les ayudaron a construir una vida estable y sólida. Trabajos tristes y precarios, inestabilidad emocional.

    La película sigue la estructura de un año con sus estaciones para hacer un retrato en cuatro actos (donde la palabra acto remite, y no por azar, a un trabajo teatral del que tanto bebe el melodrama social británico) de todo un grupo de personajes azotados por fracturas pequeñas, pero suficientemente profundas como para hacer tambalear su existencia. Al final, la búsqueda de la felicidad, ese derecho no recogido en ningún contrato, se aparece como el río subterráneo de una película construida en torno a la palabra, porque hablar, y contarnos lo que nos ocurre, parece ser la única opción sana en una sociedad que nos condena a la triste luz del invierno.

    A favor: La elegancia con la que Leigh construye una parábola política sobre la sociedad del ¿bienestar?

    En contra: Cierta caricaturización, por momentos, de algunos personajes

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