Crítica de SensaCine.com para Mercury Rising (Al rojo vivo): Ruinas de un género sin ironía

A finales de la década de los 90 todavía se podían hacer thrillers como el que nos ocupa: blancos pero con destellos de violencia, poniendo el énfasis en el trasfondo dramático de los personajes, coqueteando con el multitarget familiar y, lo más llamativo de todo, con cero atisbo de ironía. Si la saga 'Jungla de cristal' había consagrado a Bruce Willis como el working class hero socarrón, sus películas de finales de siglo desaprovechaban conscientemente la dimensión guasona del actor para darle papeles de héroe cada vez más unidimensional y, por lo tanto, romo, aburrido. El director Harold Becker, que ya había dejado muy atrás sus más que interesantes patiches manieristas 'Melodía de seducción' (1989) y 'Malicia' (1993) tampoco hace nada por remediar el tono de seriedad impostada que empapa toda esta historia en la que un niño de 9 años autista logra descifrar un código criptográfico de Seguridad Nacional e inmediatamente pasa a ser perseguido por el Gobierno. No me digan que un par de gags habrían estropeado la receta.

A cambio, lo que tenemos es a Willis como protector del chaval, en una premonitoria relación de la que establecerá con otro niño en 'El sexto sentido' sólo un año después. Mientras salva la vida del chico e investiga quiénes intentan con ahínco quitarlo de en medio, Alec Baldwin hace oposiciones para ser uno de los villanos más insensatos de la historia, aunque muy aficionado a matar moscas a cañonazos. Lo cierto es que los ingredientes no resultan desagradables del todo una vez pasados a limpio, pero el tono del filme es tan solemne y falto de garra, que su puesta en juego no garantiza en ningún momento apenas unos minutos de diversión.

A favor: Le nominaron al Razzie, pero Bruce Willis cumple competente.

En contra: El drama se come al thriller.