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    Rey Arturo: La leyenda de Excalibur
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Rey Arturo: La leyenda de Excalibur

    Snatch: reyes y espadas

    por Marcos Gandía

    Sigo comprobando cómo los gustos del público, mayoritariamente estadounidense, y de la crítica allende el Atlántico están atravesando una preocupante confusión, un adocenamiento que les hace castigar injustamente a títulos que no se lo merecen, películas que hace nada, unos cinco o diez años, habrían sido capaces de conectar con la parte más lúdica, pulp, gamberra y con estilo de ese público hoy lobotomizado.

    El último ejemplo es el de la libérrima (pero ojo: más que fiel a su manera) versión que Guy Ritchie ha hecho de las leyendas artúricas y de Camelot. Los comentarios en prensa se centraban más en hablar de los avatares del proyecto y rodaje (lo que iba a ser una comedia a lo Shanghai Kid a cargo de David Dobkin fue mutando en un cyberpunk medieval) que en los resultados finales. Afortunadamente, o no si es usted alguien que no comulga con los gustos de quien esto escribe, servidor se enfrentó a Rey Arturo: la leyenda de Excalibur sin ningún tipo de prejuicio y se lo pasó bárbaro, tal vez menos que con la estilizada y, eso, bárbara versión que filmara Antoine Fuqua hace ya ¡trece años! y sus citas a Alexander Nevski, pero con un no parar de comer palomitas y disfrutar de la desvergonzada y desacomplejada capacidad de Ritchie para ser clásico, para entender y deconstruir un personaje tan mítico y británico como el rey Arturo y llevarlo a su propio terreno.

    He ahí donde se hallan los más grandes aciertos del film: Guy Ritchie se acerca a esos personajes populares de una historia inventada (o casi) como si no fueran más que los antepasados de sus rateros, criminales, chulos de barrio, buscavidas y supervivientes natos presentes en su opus criminal lumpen formado por Lock & Stock, Snatch: cerdos y diamantes, Rockanrolla etc. Un Arturo chulesco y proleta liándola parda en el clasista círculo de los caballeros de la mesa redonda, revolucionando una (Gran) Bretaña mítica en una lectura abiertamente política y anarquista, por no decir hooligan. Quizá Ritchie repita algunos de los tics formales de sus dos aproximaciones a la figura de Sherlock Holmes, pero es que ese es el estilo del cineasta y si eres de los que les gusta, miel sobre hojuelas.

    Algo así como una rave artúrica, Rey Arturo: la leyenda de Excalibur es un entretenimiento de primera y le hace a uno concebir esperanzas de que si algún día se hace la adaptación cinematográfica del tebeo Camelot 3000 cuenten con el ex de la perniciosa Madonna.

    A favor: es un Guy Ritchie al 100 %

    En contra: lo mismo que a favor.

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