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    Kick-Ass 2. Con un par
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Kick-Ass 2. Con un par

    La liga de las tortas como panes

    por Alejandro G.Calvo

    No soy muy fan del cómic "Kick Ass 2" escrito por Mark Millar y dibujado por John Romita Jr. Y es que, en comparación con su primera parte y con el spin-off "Hit-Girl", este posee un equilibrio demasiado rocambolesco entre lo ultraviolento y lo cómico, un lugar común donde Millar suele desenvolverse sin mayor problema –ahí están como prueba sus páginas para The Authority, "Némesis" o la saga salvaje que escribió para Marvel con "Lobezno. Enemigo del estado"-, pero que en las nuevas aventuras del joven Quijote enloquecido por los cómics de superhéroes tiende en demasía al chiste bizarro, a la escatología moral, incluso de una forma demasiado chabacana, sin pulir las aristas del exabrupto, desencajando los patrones dramáticos y superando las barreras del no-humor. Vaya, que ni te ríes, ni te horrorizas, ni te implicas emocionalmente en la trama; básicamente restas como un espectador perplejo a la espera de la próxima escabechina.

    Tenía mucha curiosidad, desde luego, en ver qué había hecho Jeff Wadlow –en sustitución de Matthew Vaughn, director de la película original- en aras a convertir el texto de Millar en un producto cinematográfico de miras abiertamente 'mainstream' (y más desde la 'boutade' de Jim Carrey negándose a promocionar la película dada su "extrema violencia"). De ahí el primer éxito de esta Kick Ass 2. Con un par: la versión Wadlow ya no sólo ecualiza mejor el terreno cómico con el argumento dramático (o viceversa) sino que llega a inventar soluciones de lo más tronchantes –por poner un ejemplo a modo de spoiler: se sustituye una violación múltiple a una adolescente (cómic) por una delirante secuencia en la que el "Hijoputa" es incapaz de conseguir una erección y fracasar como archivillano, una vez más (película)-. Una mínima dulcificación de los contenidos que logra potenciar sus aspectos, de por sí, ya destacables: la parodia del cine de superhéroes –en esta ocasión centrada en las "Ligas de la justicia" en versión zarrapastrosa-, su incursión en el cine teen –los momentos Clueless con Hit-Girl tratando de ser una chica popular en el instituto son de lo mejor de la obra-, así como el despiporre generalizado cuando enmascarados, buenos y malos, todos ellos haciendo gala de un orgullo geek de mercadillo de pueblo, se enzarzan a palos, apuñalamientos y decapitaciones de lo más lúdico y salvaje.

    Resulta curioso que la dramática de la obra surja, al igual que en Spider-Man, sobre lo idóneo de mantener esa doble vida como superhéroe tanto de Kick Ass como Hit-Girl. Ello da pie a que la película posea un discurso sobre la importancia de la familia (la real y la superheroica) con un tono más serio que la divertida locura parental que Big Daddy acarreaba en Kick Ass. Así los superhéroes se descubren como gente herida: padres que han perdido a un hijo, una joven a la que asesinaron a una hermana, etcétera; convirtiendo su labor justiciera en una cura existencial que dé sentido a su dolor. Un proceso de madurez que deberá convivir con las múltiples locuras que pueblan la película –en general todo lo relacionado con el "Hijoputa" es puro delirio- y aun así salir indemne en su resultado final, dando pie al verdadero sentido de ser un superhéroe, más allá de las pasiones que Hulka, el Caballero Luna y los Red Lanterns despierten en los lectores de sus aventuras.

    Así pues la película funciona en lo dramático, en lo cómico, en su relectura meta-cómic y en su defensa de los valores nerd frente a los matones del barrio. Pero, ¿qué hay del espectáculo? Al fin y al cabo en Kick Ass lo que más acababa llamando la atención era ver a Hit-Girl cortando cabezas a diestro y siniestro –de hecho, toda esta saga está mal titulada, debería llamarse "Hit-Girl"-. Pues ahí viene el problema: en Kick Ass 2 las escenas de acción son mínimas y, cuando aparecen, poseen una cinética de lo más extraña. Y ya no es que estemos cansados de ver cómo la sangre digital ha sustituido la hemoglobina licuada de los 80 -eso ya no tiene remedio-, es que aquí la acción aparece sincopada y con un extraño acabado en sus FX. Por hacer un símil anacrónico se podría decir que a secuencias como la pelea en el techo de la furgoneta o el enfrentamiento final entre Hit-Girl y Mother Russia se le ve el cartón digital, le canta el píxel. Un mal menor en todo caso que un buen etalonaje (¿o un mayor presupuesto?) habría pulido sin mayor problema. Y ahora a esperar a Kick Ass 3.

    A favor: La secuencia tras los créditos. Y, claro, Chloë Grace Moretz.

    En contra: Un director que supiera pulir a conciencia las escenas de acción de la cinta.

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