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    La cosa (The Thing)
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    La cosa (The Thing)

    El tercer enigma... de otro mundo

    por Quim Casas

    Para los seguidores, que quizá no sean legiones, pero si son unos cuantos, de La cosa de John Carpenter (1982) –y del filme que homenajeaba/adaptaba/reivindicaba, El enigma... de otro mundo, realizado por Christian Nyby y producido por Howard Hawks en 1951, en plena época de paranoias colectivas en la sociedad estadounidense–, esta nueva versión firmada por el debutante Matthijs van Heijningen resultaba toda una incógnita. Y durante su primera media hora, la incertidumbre es avasalladora: ¿Estamos ante un remake en toda regla del filme de Carpenter, más que del de Nyby-Hawks, o nos situamos en el territorio de la precuela? ¿Las características del personaje femenino no evocan la impronta de tantas mujeres en el cine hawksiano, otorgándole un relieve que no tenía ni en la versión de 1951 ni aún menos en la de 1982, y cerrando el círculo de la aparente trilogía?

    Por ubicación escénica y temporal, la acepción es la de la precuela: esta nueva película muestra lo que aconteció en la estación nórdica justo antes de que se iniciara lo relatado por Carpenter. Pero lo que es mostrado en el filme de Van Heijningen, las características de los personajes –el piloto de helicópteros estadounidense forjado a partir de las características del Kurt Russell carpenteriano–, la angustia por la pérdida de la verdadera identidad o las transformaciones de la criatura alienígena, resulta bastante parecido a la película de los ochenta. ¿Remake entonces? Las situaciones, los caracteres y los encuadres que muestran a los protagonistas lanzallamas en ristre contra la cosa que muta de apariencia según el ser viviente que aniquila y absorbe nos sitúan en el terreno del homenaje, la referencia permanente, la imagen reconocible.

    Pero hay algunos cambios: cuando nos adentramos en la secuencia, brutal en el film de Carpenter, de las pruebas de sangre para dilucidar quien está infectado, aparece un notable giro de guión y la cuestión es saber quien tiene empastes en la dentadura, ya que la cosa absorbe la carne y el tejido muscular, pero no la materia orgánica. Un primer signo de que no es un mero reflejo del filme de Carpenter; a partir de aquí, muchas más cosas nos distancian del referente, sin olvidarlo nunca, para instalarse en la categoría de la película con sello personal.

    El final es excelente, con las imágenes "clarificadoras" y "evocadoras" intercaladas entre los créditos y el retorno musical a un equivalente de la partitura sonora del filme de Carpenter, modélico nexo de unión, y pone además las cosas en su sitio justo, ecuánime. Es más que un homenaje y un enlace, es una suerte de referencia a toda una forma de entender el cine fantástico en los ochenta. Si la primera mitad de La cosa versión 2011 balbucea un poco, la segunda parte y la coda son de lo mejor del cine fantástico de gran producción reciente. Carpenter –de quien se rumorea que pudo rodar más de una escena e intervenir en el montaje final– estará satisfecho: el film de Van Heijningen le hace justicia a él y al cine de terror que el autor de La noche de Halloween ha defendido siempre. Y teniendo en cuenta que otras versiones de títulos carpenterianos son algo más que productivas –la de Jean-François Richet de Asalto a la comisaría del distrito 13, por ejemplo–, deberemos certificar, si es que resulta aún hoy necesario, que el género actual no podría entenderse sin la voz propia del autor de La niebla. Y que Van Heijningen, haya rodado o no toda la película, es más que su digno discípulo.

    Lo mejor: la atmósfera, las características del personaje femenino, los efectos especiales medidos y compensados.

    Lo peor: el filme es algo lento en su arranque, pero después asume el vértigo del mejor cine fantástico.

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