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    Declaración de guerra
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    Declaración de guerra

    Declaración de amor

    por Alejandro G.Calvo

    Arranca 'Declaración de guerra' a mil por hora. Como si, de nuevo, te enfrentaras a 'Jules y Jim', a 'Al final de la escapada', a 'Una doble vida'. Una regresión proustiana hacia la nouvelle vague cuya frescura te eriza las emociones más íntimas. Frescura, claro, pero también talento, energía, belleza... La película de la directora y actriz Valérie Donzelli, de entrada, trastoca todo tu mundo de pies a cabeza; es más, trastoca la manera que tiene uno de aproximarse a ese mundo, ya sea el del cinematógrafo, o el de la vida real.

    La apuesta, curiosamente, tenía todo para que saliera mal. El acto artístico era prácticamente suicida: plasmar en imágenes la tragedia de una joven pareja cuyo hijo nace con un tumor cerebral... contado todo como si de una comedia musical se tratara. Y el resultado, ojo, no sólo no resulta obsceno o impostado, sino fluidamente bello, divertido y dulce a la par, una experiencia estética que conmueve sacudiendo, que convence emocionando. Sin trampas, sin trucajes, sin imposturas. Todo es demasiado veloz, demasiado loco diría, como para que uno caiga en las fisuras de la narración: un caos de imágenes dislocadas –como si fondo y forma alcanzaran su cenit mediante su propia divergencia- que nos hace replantear todas y cada una de las cosas que dábamos por consabidas: lo que vemos, lo que creemos, lo que somos. Una declaración de amor que se eleva a la vez como el más sublime de los actos morales y como el más divertido de los experimentos audiovisuales

    El desborde es ya máxime cuando uno descubre –una vez ya vista la película- que todo lo contado le sucedió en realidad a la propia directora. Es ahí donde uno ya se derrumba completamente. Donzelli ha tenido el valor, la inteligencia y el desgarro de plasmar en imágenes su tan terrorífica como bella historia sirviendo de azote a buena parte de la desangelada comedia francesa contemporánea. Y con ello ha conseguido una de las mejores películas del 2011. Aplausos no, ovación.

    A favor: Nouvelle vague siglo XXI

    En contra: Muchos descubrimos esta película en la 49ª edición del Festival de Gijón. La última a la que iremos en nuestra vida.

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