Estamos ante todo un hito cinematográfico en la carrera de su director, también un hito en lo referente al género que emplea, y digo emplear porque, si acaso esta película comparte parentesco con los clásicos de los que bebe será en su estética y su dinámica, por el resto la cosa se mantiene tal como todos esperábamos, o sea, en constante reinvención, ese es Tarantino, su devoción vuelve a constatarse y se hace palpable en cada maldito fotograma, no se vosotros pero yo no recuerdo haber visto nunca un carruaje de dentista en un western, esto es solo un apunte nimio por supuesto, Django es un cuchillo de filo doble, nos maravilla igual que nos horroriza, describe la época de una forma jamás vista, la empaña de gracia, de ira, de dolor y sangre, y lo hace con tanto, tanto, tanto estilo que apenas podría ser uno capaz de apartar la mirada aunque lo que observe en pantalla sea un reguero de violencia con todas las de la ley, porque Quentin es el maldito maestro absoluto e incontestable a la hora de jugar con esos elementos en pantalla, de todos es sabido, y puede que este film en particular sea el más "fuerte" de toda su trayectaria como cineasta (con permiso de Kill Bill), pero esto no hace si no aumentar nuestra fascinación, fascinación por lograr que no sea barato, que no sea pedante, si no sugerente, necesario, necesario porque si redujéramos su condición como proyecto a una mera sucesión de impactos sobrehumanos sería un escándalo, Django desencadenado son sus diálogos, es su espíritu por el intercambio de palabras, palabras sabias o sencillas, de relatos cortos y monólogos que erizan la piel por su macabrismo o su singularidad, su capacidad rompedora de alterar sus influencias y transformarlas para su beneficio en algo extraordinario e irrepetible, cánticos de rap y libertad entornados y entrelazados por un montaje maravilloso que abandona la costumbre episódica de su director para dar paso a la épica contenida y poética en un lirismo de libertad a punto de estallar, un viaje de amistad con un amigo, una busqueda por amor de una mujer, matanzas remarcables por cadenas que aún quedan por romper.
Pero para extraordinarios el reparto que se hace cargo de escupir todas esas perlas, Jamie Foxx, utilizando su amenazante mirada y sus desarraigadas emociones como ases infalibles para dar vida al negro que más admiro (y que admiraré, probablemente) en toda la historia del cine, su Django es un héroe eterno con puesto fijo en nuestros recuerdos, Christoph Waltz... y que decir de Christoph, ya lo han dicho todos los demás por mi, este hombre es el descubrimiento del siglo, el que ya es oficialmente el nuevo protegido de su realizador, que ya nos sorprendiera con su impagle (y eterno, también) Hans Landa en su anterior aventura, nos deja tan perplejos como si fuera ayer cuando no creíamos posible que tal elevación interpretativa sería palpable, Christoph es por antonomasia e irrevocablemente: el rey de las conversaciones, y no hay más, su gestualidad, sus formas y sus maneras componen un soniloquio de formalidad exquisita que deleita sin remedio ni retorno a todo aquel que ose caer en sus garras, haciendo sutil lo que podría ser amanerado, convirtiendo en fácil lo que no lo es en absoluto, una joya, eterno... Leonardo DiCaprio, el hombre del que se han vuelto a olvidar en los Oscars, casi que mejor porque si a través de esa negación vamos a conseguir esta clase de regalos, pues eso, que mejor, rompiendo aquí el chico de oro con cualquier tipo de amabilidad o bondad que pueda existir en su persona para revelarse como uno de los villanos más desagradables, odiosos, infieles y en definitiva, asesinables que he visto nunca, un tour magistral no reconocido... y no, no me olvido de Samuel, como el dijo en su día, metiéndose en la piel del negro más... más y ahí lo dejo porque si no, me betan, un diamante de brillo infinito, un auténtico regreso a sus orígenes, dejándonos ver bastante y algo más de aquel Jules en Pulp Fiction, un reencuentro maquiavelicamente inolvidable.
Ya lo he soltado prácticamente todo y básicamente casi nada, lo decía en su día y os lo escribo hoy, frente a tal magnitud de obra, delante de tanto talento desbordante en sintonía, uno no puede alcanzar a plasmar esa grandeza en una reseña, es imposible, me conformo con eso que no es poco, Django desencadenado no es poco, es más de lo que podíamos esperar, es la explosión definitiva de la cadena de locuras y genialidades de Quentin Tarantino, estamos vivos, la droga avanza más que nunca por nuestras venas desembocando en nuestros teclados o en ríos de tinta donde expresar nuestra esperanza en que el chico del videoclub no dispare todavía su último cartucho, aún quedan objetivos a los que dar caza, su entrega nos ha convencido de nuestra ilusión y nos ha arrebatado las cadenas a base de valor, mucho valor e inalterable personalidad, libres para siempre hacia el horizonte sobre un caballo sin correas ni montura... simplemente, GRACIAS.