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    3,0
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    Redención

    Jason Statham reparte hostias para una novicia

    por Daniel de Partearroyo

    Con admirable dedicación y disciplina de trabajo, Jason Statham lleva más de una década puliendo el rol de sustituto natural e incluso mejorado de los action héroes del cine testosterónico de los ochenta. Las líneas maestras de su personalidad cinematográfica han quedado fijadas a razón de dos o tres películas por año tras el éxito de The Transporter (Louis Leterrier & Corey Yuen, 2002), lo que ha contribuido a dar a su carrera un aspecto de progresión homogénea con escasas variaciones entre los distintos títulos, pero con habilidad para no resultar excesivamente repetitivo o cargante. Redención es precisamente una de esas películas que, sin renunciar a los elementos más vistosos y comunes del género stathanovista, amplía un poco más sus límites con una historia de dramatismo seco, narrativa intrépida y toques de cuento moral dickensiano.

    Después de firmar libretos tan sólidos y sórdidos como Negocios ocultos (Stephen Frears, 2002) y Promesas del este (David Cronenberg, 2007), el guionista Steven Knight debuta en la dirección con este nuevo thriller sobre los bajos fondos londinenses y las organizaciones criminales que los pueblan y esquilman. Statham interpreta a un antiguo soldado, alcohólico y transtornado, que vive en la calle hasta que una noche, huyendo de un par de gangsters, acaba por casualidad en el lujoso apartamento de un fotógrafo que tardará varios meses en volver a casa. Es la oportunidad del protagonista para empezar de cero y rehacer su vida, aunque eso signifique pasar a trabajar como mamporrero para la mafia china del Soho. Labor profesional que Statham desempeña a las mil maravillas durante las obligatorias escenas de lucha cuerpo a cuerpo, huesos fracturados, mandíbulas pulverizadas y cucharillas amenazando con sacar ojos de las cuencas.

    La perfección de Statham como músculo de acción está fuera de toda duda, de ahí que lo más sorprendente del filme de Knight sea su dimensión emocional, donde el actor inglés sale muy bien parado de la inverosímil pero contenida historia romántica con la monja interpretada por Agata Buzek; un personaje que, cuando descubre sus propias sombras, eleva la asfixia dramática del submundo retratado por el director y guionista. El aspecto visual de Redención, lleno de luces de neón y calles tan empapadas por la lluvia como el alma de los personajes, es extraordinario y resalta la presencia del gran Chris Menges como director de fotografía. Para tratarse de la ópera prima de un guionista, hay que destacar cómo los mejores momentos de la película corresponden a largas secuencias sin diálogos, narradas mediante el montaje de distintas escenas de Statham. Knight demuestra soltura para servirse de la imagen como único vehículo narrativo e incluso despacha puntos álgidos en cualquier actioner, como la consecución de la venganza final, de un simple plumazo seco y contundente. Si no fueran necesarios determinados saltos de fe —todo lo relacionado con el apartamento que encuentra Statham y su suplantación de personalidad es hasta satíricamente fácil— y el aspecto sentimental no resultara tan pegajoso en ocasiones, bien podríamos estar ante un thriller perfecto. Seguro que Knight nos lo da algún día.

    A favor: Statham siempre resuelve perfectamente sus arquetipos, pero quiero llamar la atención sobre el estupendo Benedict Wong, aquí impecable como jefe mafioso.

    En contra: Podría haber sido el gran thriller del año, pero por culpa de recursos pedestres como la alucinación con colibríes se queda a medio camino.

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