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    Gold (La gran estafa)
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Gold (La gran estafa)

    La gran estafa americana

    por Marcos Gandía

    El desencanto y desengaño con respecto a esa entelequia llamada el sueño americano no es cosa de estas jornadas en las que parece que flotamos sobre los restos del naufragio de un capitalismo que Donald Trump pretende reanimar cual doctor West de Re-Animator. Ya en los años del new deal nos topamos con aquellos perdedores que llevaban barba de tres días, hambre atrasada de muchos más y la codicia en sus venas. Me refiero a El tesoro de Sierra Madre, esa obra maestra de John Huston, acaso el mejor y más certero cronista sobre el fracaso, la épica del fracaso, que jamás transitará el séptimo arte.

    La película de Huston sobrevuela casi en cada plano esta conflictiva Gold cuyas vicisitudes de producción, rodaje y estreno un tanto en sordina acaso sean la metáfora de esas mismas contradicciones de un Hollywood poco dado a hablar de fracasar. No es tampoco el film de Stephen Gaghan específicamente un tratado sobre el hundimiento y la catástrofe a lo Werner Herzog de los capitalistas de sueños imposibles.

    Puede más en él la fuerza y la simpatía que el director derrocha hacia ese ridículo y patético personaje (nacido de la crónica periodística verídica) encarnado por un camaleónico y fofo Matthew McConaughey, uno de esos antihéroes, un pícaro que se rebela ante el hundimiento del oropel de los años del reinado imperial de Wall Street vía el timo, el engaño y la estafa.

    Que el cine norteamericano ha tenido siempre simpatía hacia estos mangantes es algo que no hace falta probar. Gold la tiene, la tiene incluso cuando vemos lo descaradamente jetas que son y cómo construyen un El Dorado de cartón piedra con el que salvarse el culo y darle el tocomocho a capitostes de la Bolsa de Nueva York. Para Gaghan es esa idea de las apariencias, del decorado y de la representación la que más le interesa a la postre, olvidando un tanto la aventura hustoniana en la jungla (¿y si al final más que El tesoro de Sierra Madre fuera todo un poco El hombre que pudo reinar?) para hablar en el fondo de ese otro arte de engañar, del trampantojo, los castillos en el aire y la falsedad: el cine. Que todo ese entramado de falsas minas auríferas acabe asemejándose a lo que sería levantar una superproducción (sin dinero) en el Tercer Mundo. Samuel Bronston, vamos.

    A favor: la creación de toda esa bola de nieve de mentiras y apariencias.

    En contra: acaba siendo una superproducción fracasada.

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