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    Carrie
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Carrie

    Carriecatura

    por Paula Arantzazu Ruiz

    La maldición de la sangre, la maldición de lo femenino, que baña la historia Carrie, el clásico de Stephen King, tiene en la reinterpretación a manos de la cineasta Kimberly Pierce (Boys don’t cry) probablemente su peor lectura. Desde que se anunció el proyecto, era inevitable la comparación con la primera película basada en ese texto, firmada por Brian DePalma en 1976, y no cabe decir que la Carrie de Pierce pierde por goleada.

    Planteada como una actualización del relato para las nuevas generaciones, la nueva Carrie abunda en efectos de sonidos y subrayados, para que nadie se pierda, ni siquiera el más lento del instituto de algún pueblo perdido de Arkansas. A Carrie, la protagonista, interpretada por una Chloe Moretz en la que es su peor actuación hasta la fecha, el mundo le atrofia tanto y de una manera tan tonta que resulta imposible sentir empatía, y ni tan siquiera en su versión de malvada bruja telequinética mejora a ojos del espectador. Todo lo contrario. En la interpretación de Moretz no hay pathos por el tránsito de dejar de ser niña y convertirse, a su pesar, en mujer, sino hieratismo puro: Carrie se ha transformado en una mala caricatura que nada aporta al personaje encarnado con tanta precisión por la introvertida Sissy Spacek.

    Por el contrario, Julianne Moore sí otorga matices al rol de la madre y, en este sentido, la primera secuencia, cuando da a luz a la niña maldita, resulta sobrecogedora. Excitante. Cronenbergiana. Una pena que esa excitación se disipe en menos de lo que dura un parpadeo.

    A favor: La primera secuencia y Julianne Moore

    En contra: Chloe Moretz.

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