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    La excepción a la regla
    Críticas
    3,5
    Buena
    La excepción a la regla

    El fin de la inocencia

    por Israel Paredes

    A partir de un guion previo escrito por Warren Beatty y el veterano guionista Bo Goldman, Beatty llevaba años intentando poner en marcha La excepción a la regla, un proyecto muy personal que, a tenor del resultado, cabe preguntarse en las diferencias en caso de haber logrado realizarlo antes debido a cómo, a lo largo de la película, la figura de Beatty, su posición actual, acaba colándose en sus imágenes. La excepción a la regla no es un biopic sobre Howard Hughes, acaso un retrato algo impresionista sobre un momento determinado de su vida, cercano a su fin. Un acercamiento no tanto, o no solo, a la persona en esa época como uno basado en su figura desde una perspectiva cercana a la metáfora. Y lo hace planteando la película en dos partes, tan conectadas como alejadas, tan diferentes en su construcción como consecuentes entre sí.

    Así, la primera parte se centra principalmente en Frank (Alden Ehrenreich) y Marla (Lily Collins), el primero chófer al servicio de Hughes (Beatty) encargado de llevar a Marla. Ambos muestran, cada uno a su manera, una clara fijación alrededor de la figura de Hughes, a quien tardamos en ver en pantalla. A la par, se establecerá una conexión de reconocimiento romántico que da a La excepción a la regla, en esa primera parte, un tono de comedia romántica que Beatty muestra visualmente mediante una reconstrucción de época, que mantendrá durante todo el metraje, basado más en los interiores y en la atmósfera, introduciendo imágenes de archivo para los exteriores, incluso, trasparencias que antes que una recreación nostálgica de un cine, evidencia su construcción, pone de relieve desde el presente su mirada al pasado. Casi su artificialidad. Algo que, por otro lado, ha acompañado la filmografía de Beatty como director, cuyas películas, de muy diferente manera y en cada época en particular, ha dialogado con la herencia del cine norteamericano. La excepción a la regla, en particular, juega con una inocencia que en la primera parte de la película se hace muy evidente para, sobre todo, contrastar con una segunda más sombría, en ciertos momentos melancólica, en la que la figura de Hughes se impone en la narración como una figura tan desquiciada como el montaje que Beatty lleva a cabo, fragmentado, caótico, que da un sentido a la película tan conveniente con la trama como irregular al conjunto. Hay algo exasperante incluso en su construcción, pero en el fondo posee la lógica de un mundo que se desmorona, el personal de Hughes y aquello que representa, en tanto a que comienza, aparentemente, a perder la cabeza.

    Por su parte, la pareja joven salen de esa inocencia, cada uno a su modo, al constatar de qué está construido el mundo que, previamente, les deslumbraba. Con una mirada transversal a la religión y a la influencia en la época sobre las relaciones sexuales, Beatty introduce a la vez la propia devoción inicial hacia su persona por parte de Frank y Marla, creando un discurso, al final poco conseguido y aprovechado, pero que introduce un acercamiento a la época muy interesante.

    Del mismo modo que lo es la relación entre Beatty y la figura de Hughes, con la que se crea una estrecha relación que, en determinados momentos, no se sabe bien si, en realidad, habla más de él, de su posición actual en el cine y de su pasado. Al comienzo de La excepción a la regla, en un prólogo antes del largo flashback que construye la película, Huges se encuentra en la cama, escondido detrás de unas cortinas que, al final, en el epílogo se abrirán para ver a un Hughes decadente, mostrado por Beatty con una inquina llamativa en su representación. Cortina que, finalmente, se vuelve a cerrar en una suerte de acto de despedida. Hughes desaparece tras ellas y, quizá, también lo hace el propio Beatty. Una manera de despedirse con una película que busca desde el presente la herencia visual de un cine norteamericano cuya inocencia tiene tanta cabida en este momento como sentido fantasmagórico. Y en esa intersección, como otras películas de los últimos tiempos, se encuentra un neoclasicismo que antes que nostálgico indaga en las posibilidades de la imagen cinematográfica futura. La excepción a la regla muestra lo anterior de manera irregular, pero en su extrañeza, resulta un experimento de lo más estimulante.

    Lo mejor: El riesgo de Beatty en hacer una película que, a pesar de su irregularidad, muestra en su ambición, un proyecto completamente libre.

    Lo peor: La descompensación entre las dos partes de la película y que su caótica montaje en la segunda produce demasiado desconcierto.

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