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    A puerta fría
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    A puerta fría

    Capitalismo voraz

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Los claroscuros de las relaciones laborales y el capitalismo voraz, que lo consume todo, se perfilan como el gran tema del cineasta catalán Xavi Puebla. Ya aparecía en 'Bienvenido a Farewell-Gutmann', que explicaba la lucha de tres empleados por suceder al jefe de personal de una empresa farmacéutica, recién fallecido; y también es el asunto que vertebra este 'A puerta fría', premiada por la crítica en el último Festival de Málaga y que explica las vicisitudes de un vendedor de electrónica de consumo durante tres días en un hotel a lo largo de una feria comercial del sector. Un planteamiento así es, sin lugar a dudas, la peor premisa con la que presentarse a buscar dinero para una película, pero hete aquí el talento de Puebla para hacer de la miseria cotidiana, elemento bruto y áspero, un ingrediente espléndido y de gran calado cinematográfico.

    'A puerta fría' comienza, precisamente, con un claroscuro, un amanecer en un hotel de carretera y el protagonista, Salva, a contraluz de sí mismo: enciende un cigarrillo, tose, se mira en el espejo, bebe un trago. Sabremos más adelante que el personaje interpretado por Antonio Dechent ha de ir a trabajar a una feria de electrónica de consumo, que su superior está buscando la mínima oportunidad para echarle, que la crisis arrecia y que si no consigue firmar un contrato con el jefe de Golden Lights, cadena estadounidense, su jubilación llegará antes de lo previsto. Y a medida que el thriller va construyéndose a sí mismo, Puebla se detiene en escenas de ese maremágnum llamado feria y nos ofrece un paisaje humano gobernado por una sinfonía de gestos sistematizados: manos que se saludan firmes, palmadas en la espalda, folletos que se reparten, cuerpos que dejan de ser cuerpos para transformarse en fuerza de trabajo, producción de capital. Buen conocedor de ese ambiente, Puebla demuestra que la experiencia es un grado y con dos garabatos de diálogos es capaz de enseñarnos la mediocridad a la que nos tiene sometido el capital, ya sea en una escena en la que dos tíos fardan sobre cuál de los dos ha vendido más electrodomésticos, como si estuvieran midiéndose el tamaño de su sexo; ya sea desde el rostro desesperado del protagonista. Sin aspavientos estéticos, bajo un crudo naturalismo quebrado en ocasiones por dos o tres gags certeros: Puebla sabe que no hay nada más eficaz que una historia bien contada y por eso la cuenta de manera sobresaliente.

    En última instancia, es fácil ver que 'A puerta fría' es un elogio del comercial, el vendedor, epítome del hombre sin raíces dedicado a la consecución última del gran objetivo del sistema, ergo, que se venda y se compre mercancía -arquetipo que tan bien dibujaron, por otra parte, desde Arthur Miller en 'Muerte de un viajante' a los hermanos Maysles en 'Salesman'-. Sin embargo, la película de Puebla aparece como un retrato más descorazonador, más brutal, si cabe, de hasta qué punto ese mismo sistema es capaz de eliminar toda seña humana por unos míseros 500 televisores. Y 100 videocámaras.

    A favor: La historia, el guión, los actores, el director... Todo

    En contra: Que no reciba la atención que merece.

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