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    3,5
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    Las huérfanas y el fantasma

    por Beatriz Martínez

    El director argentino Andrés Muschietti presentó en 2008 el Festival de Sitges una pequeña pieza de tan solo 3 minutos titulada Mamá. En ella, dos niñas pequeñas, se escondían aterrorizadas del fantasma de su madre, que pretendía seguir cuidándolas después de muerta. La importancia del corto fue descubrir a un cineasta que en un tiempo tan escaso, era capaz de construir una atmósfera muy específica a través del uso de los espacios y de los movimientos de cámara. Así supo verlo Guillermo del Toro que, especialmente interesado en las historias infantiles y en los relatos de orfandad, decidió producir el primer largometraje de Muschietti, basado precisamente en ese cortometraje seminal.

    Así surge 'Mamá', la película, en la que el realizador afincado en España tenía la oportunidad de demostrar si era capaz de convertir esos tres minutos de tensión en un largometraje de una hora y media con la suficiente consistencia. Y lo cierto es que lo consigue, sobre todo en la primera mitad de la película, en la que consigue ampliar toda la mitología de su trabajo originario, moldeándola y construyendo un imaginario muy oscuro y sórdido: El de dos niñas abandonadas durante cinco años en una casa en medio del bosque, que aprenden a sobrevivir como salvajes y cuya única tutela es una presencia fantasmal que ejerce de "mamá".

    Muschietti logra captar unas imágenes profundamente inquietantes de las dos niñas convertidas en dos seres asociales y primitivos, incapaces de adaptarse a la reglas básicas de convivencia en el seno de una nueva familia, un tanto disfuncional, eso sí, formada por su tío Lucas (Nikolaj Coster-Waldau) y por la novia de este, la dura e impenetrable Annabel (una estupenda Jessica Chastain). El director demuestra sus dotes de gran fabulador, y también su elegancia tras la cámara. El espacio físico vuelve a ser retratado con minuciosidad y gusto por el detalle, al mismo tiempo que destaca la capacidad del autor para trabajar la puesta en escena, las elipsis visuales y el fuera de campo para ir creando tensión y sugestión.

    Los mejores momentos de 'Mamá' los configura el segmento en el que las niñas se quedan solas con Annabel y comienzan a establecer nuevos lazos afectivos con ella, hasta despertar su instinto maternal. Ese microcosmos que se configura en la casa logra crear un espacio interno muy rico y lleno de vericuetos tan sinuosos como tétricos. Sin embargo, a medida que transcurre la narración, el relato se va volviendo más difuso, sobre todo cuando intenta rastrear los pasos de la procedencia del fantasma, hasta derivar en un símil de las películas de terror japonesas que abundaron a principios de los noventa. El nivel no es que deje de bajar, pero sí que le resta personalidad a una propuesta que hasta ese momento se había basado más en el elemento velado que en el puramente explícito.

    Lo que sí está claro es que el director Andrés Muschietti ha logrado pasar la prueba de su primera película, demostrando que no solo tiene talento para manejar las herramientas del cine de terror, sino que también tiene personalidad propia y capacidad suficiente como para afrontar nuevos retos dentro de una industria tan competitiva como la americana, como también lo han hecho otros ilustres predecesores, como J.A. Bayona.

    A favor: Jessica Chastain, estupenda en su papel de chica dura y rockera. Las niñas, tan inquietantes.

    En contra: La materialización del fantasma.

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