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    Del revés (Inside Out)
    Críticas
    5,0
    Obra maestra
    Del revés (Inside Out)

    Viaje alucinante

    por Alejandro G.Calvo

    ¿Qué significa crecer, hacerse adulto? ¿Cómo se configuran nuestras emociones para poder acabar dando forma a nuestra personalidad? ¿Cuál es la importancia de los recuerdos en nuestro crecimiento personal? ¿Cuál es el valor real de la tristeza como emoción? ¿Tiene alguna connotación positiva? ¿Pueden este tipo de preguntas estar relacionadas con una película de animación cuyo objetivo principal, que no único, es el de entretener al públio? O, dicho de otra forma, ¿Puede un film abiertamente mainstream y configurado, básicamente, bajo la conjugación de ideas/emociones/colores primarios convertirse en una compleja obra plagada de capas que acaben por definir de forma tan certera como emocionante el raciocinio inherente a la existencia humana? ¿Y además ser una aventura básica con apariencia de videojuego de los años 90: con dos protagonistas alternas que deben pasar de pantalla (distintos escenarios cognitivos que dan forma a la memoria a largo plazo) continuamente para lograr alcanzar su meta? Para saber las respuestas a todo esto (y a mucho más), precisamente existe Del revés, la última película surgida de esa fábrica obras maestras llamado Pixar Animation Studios.

    Tenemos una niña, Riley. Y también tenemos una visión en exclusiva de lo que ocurre en su cabeza, donde cinco emociones básicas rigen su comportamiento: Felicidad (amarillo), Ira (rojo), Asco (verde), Miedo (lila) y Tristeza (azul). A partir de ahí, y como si fuera un capítulo XXL de Érase una vez el cuerpo humano –entrañable serie de TV donde las haya-,Del revés nos muestro el funcionamiento interno que define la personalidad de la protagonista. Y lo hace de la forma más sencilla (en apariencia) posible: con recuerdos en forma de bolas de colores que se acumulan y ordenan dando pie a la construcción de diversos micro-mundos base donde se asientan los principales valores de la joven. Con la excusa accidental del aterrizaje de Alegría y Tristeza en el laberinto de la memoria, Docter (& Co.), aprovecharán para realizar un viaje alucinante al interior de la mente humana, una fantástico paraje donde habitan por igual las pesadillas, los pensamientos abstractos, la fábrica de sueños y los amigos imaginarios, entre muchos otros.

    La palabra “fantasía”, es la clave. Porque Del revés puede entenderse como un film de animación superlativo, está claro; pero aún por encima de ello está la alucinante aventura fantástica a la que nos avoca la película. Una jugada maestra donde mientras la narración principal persigue la estética de game ya citada –una narración básica donde las emociones protagonistas deben superar los obstáculos para poder regresar al centro de mandos de la personalidad de Riley- se construye  todo un mundo que sirve para definir -sino a la perfección, algo bastante parecido a ello- tanto los sentimientos humanos, como nuestra capacidad para razonar en función de nuestras emociones, así como la forma en que se estructuran nuestros recuerdos dando pie a lo que finalmente acabará por configurar nuestra personalidad. Casi nada. Y  lo más fascinante de todo es que no deja de ser una película absolutamente deliciosa, tan tierna como inteligente, tan deslumbrante como extremadamente bella. Una película que nos habla de tú a tú, tengamos la edad que tengamos, explicando a los jóvenes qué significa hacerse adulto, y haciendo entender a los adultos todo aquello a lo que renunciamos para alcanzar esa aburrida madurez en la que nos tambaleamos entre el exceso de trabajo y las responsabilidades inherentes a la paternidad. Porque, sí, esta también es una película de padres e hijos, donde se pone en evidencia la importancia de los recuerdos formados en la niñez a la vez que ayuda a expresar en imágenes cómo se fragua la melancolía o, dicho de otra forma, el porqué todos los recuerdos acaban convirtiéndose en recuerdos tristes. Más que una oda a la alegría, Del revés acaba convirtiéndose en una defensa de la tristeza y en lo importante que resulta combinar ambas emociones. Y es que sin tristeza, no se entiende la alegría (y viceversa).

     Así que prepárense para verse emocionalmente arrasados por Del revés. Una película que te arranca las lágrimas a través de las mismas emociones que gobiernan la cinta. Ya seas padre o hijo, optimista o pesimista, hater or happier, fan del realismo abstruso o un amante del más allá de los límites de la realidad... el nuevo Pixar va a acabar contigo. No sólo por ser una obra maestra totémica, una de las mejores películas de animación de la historia o uno de los relatos fantásticos más brillantes que yo haya visto nunca. Va a acabar contigo porque su retrato de la construcción de las emociones humanas, aún alegórico y naïf, es de lo más certero que nos ha dado el cine. Hasta tal punto que Del revés puede llegar a entenderse ya no como una película, sino como un espejo al que el espectador se enfrenta y ha de asimilar todo aquello que ha perdido para convertirse en la persona que es ahora (ya ni entro en lo que se siente como padre). Y si no te emocionas con todo esto, ya me perdonarás, pero no eres una persona, sino una estatua de sal.

    A favor: Todo, todo y todo.

    (Hemos decidido suprimir el En contra)

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