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    Victor Frankenstein
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Victor Frankenstein

    El jovencito Igor

    por Xavi Sánchez Pons

    Los caminos de la ficción son insondables y retorcidos. Cuando en 1818 Mary Shelley publicó Frankenstein o el moderno Prometeo no tenía forma de saber que su novela sería adaptada con tanta asiduidad en el cine (un arte que no existía en su época) y menos aún que, dos siglos después, su obra daría origen a nuevas mitologías y nuevos personajes. El caso es que en los últimos años se ha jugueteado con el clásico de Shelley de muy diversas maneras (de la fallida Yo, Frankenstein, a la excelente actualización del mito en el Frankenstein de Bernard Rose);ahora bien,el rizo se riza con este Victor Frankenstein, un aproximación que centra su atención en un personaje, el jorobado Igor, que no aparece en el libro original, pero sí en la pléyade de adaptaciones que hemos visto desde que el cinematógrafo empezó a rodar a principios del siglo pasado.

    Escrita por Max Landis (Chronicle, American Ultra) y dirigida por Paul McGuigan (uno de los realizadores estrella se la serie Sherlock), la película se inscribe satisfactoriamente en el fantastique de trazos aventureros y pulp, dejando el terror a un lado. Un tono reconocible desde los primeros compases del filme. El relato se inicia con la voz en off del protagonista:un jorobado sin nombre aficionado a la medicina (excelente Daniel Radcliffe) que hace de payaso en un circo. El futuro Igor es liberado de la feria y curado por Victor Frankenstein (un James McAvoy algo sobreactuado), convirtiéndose así en el ayudante y socio de los experimentos del célebre mad doctor, y no en el simple esbirro sin enjundia que habíamos visto, por ejemplo, en los filmes de James Whale.

    Algunos aciertos de este nuevo Frankenstein son la presencia de un detective ultra-católico con la cara de Andrew Scott (sí, el Moriarty de Sherlock. Uno de los creadores de la serie, Mark Gatiss, también aparece en un breve papel) que funciona como el némesis de Victor, la revelación de que, a lo Juan Nadie, existieron otros Igors, la introducción de una proto-corporación empresarial que pretende adueñarse de los descubrimientos de célebre doctor, y un par de monstruos que van más allá de GGI sin alma –el último en aparecer, la verdadera criatura de Frankenstein, es un prodigio de caracterización y maquillaje-.

    Victor Frankenstein no es perfecta, James McAvoy fracasa a la hora de proporcionar carisma y profundidad al médico que juega a ser Dios, el guion de Landis a veces abusa de los subrayados y hace aparecer y desaparecer personajes de forma arbitraria, la dirección de McGuigan es la de un artesano aplicado sin ideas propias más allá del vibrante clímax final… Ahora bien, a pesar de esas carencias, el conjunto funciona. Y es que estamos delante de un buen entretenimiento fantastique, intranscendente quizás, pero que al menos se atreve a lanzar una nueva mirada,festiva y libre de prejuicios, sobre el clásico de Mary Shelley.

    A favor: Daniel Radcliffe y el explosivoclímax final

    En contra: el poco trabajado Victor Frankenstein de James McAvoy

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